25 de junio 2021
El 21 de junio de 2021 salí de Managua a las 6:00 am, viajaba de forma regular hacia Costa Rica para atender una actividad personal. Al llegar a la frontera de Peñas Blancas, dos funcionarios de Migración me esperaban. En la lista de pasajeros había un asterisco en mí nombre. Al preguntarme el número de asiento, uno de los funcionarios dijo: “¡Este es Julito!” y me aislaron. Preguntaron adónde iba, a qué y dirección prevista. Me pidieron el pasaporte, el pase de salud y el seguro de salud, requisitos de ingreso requeridos por Costa Rica. Después de unos 20 minutos, el funcionario de Migración regresó y me dijo que no podía viajar porque había una certificación de restricción migratoria y retuvieron mi pasaporte. Al preguntarles las razones de la retención, respondieron que preguntara en el Consejo Supremo Electoral (CSE). Sé que no soy el único periodista en esta condición.
Al conocer de la retención migratoria decidí exiliarme. Una vez me preguntaron si había pensado en esa posibilidad. En esa ocasión, respondí que el exilio era la última alternativa para preservar mi vida y libertad. Ese momento ha llegado. Tomar esta decisión ha sido angustiante; lo he hecho para tranquilidad de mi familia, aunque sé que les embarga la tristeza.
En este lapso de tiempo, llegó a la casa de mi madre, ubicada en una zona rural de Nandaime, una notificación de la Fiscalía para que me presentara a una entrevista este jueves a las 8:30 am, por la causa en contra de Cristiana Chamorro Barrios, Marco Antonio Fletes y Walter Antonio Gómez por el supuesto delito de lavado de dinero, bienes y activos en perjuicio del Estado de Nicaragua y la sociedad.
Mi relación con la Fundación Violeta Barrios ha sido absolutamente en el ámbito de la ley. He brindado mis servicios profesionales en calidad de comunicador y he sido beneficiario de una beca periodística y de las capacitaciones de la Fundación. Además, recibí en tres ocasiones el Premio a la Excelencia del Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en las categorías de radio, noticia local – comunitaria y transparencia y sostenibilidad, premios entregados por la Fundación bajo el escrutinio de jurados internacionales de gran prestigio. Toda mi actividad como periodista es pública y están disponibles en la web de Onda Local. Mi accionar periodístico ha sido siempre basado en la ética y el rigor periodístico. No he cometido ningún delito.
No tengo nada que esconder. La falta de institucionalidad en Nicaragua ha llegado a tal extremo que la Fiscalía no es un órgano independiente, no actúa apegada a los derechos humanos, únicamente ejecuta las órdenes del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo persiguiendo, según ellos, “otro intento de golpe de Estado”, existente únicamente en la mente maquiavélica de la pareja presidencial.
Continuaremos haciendo Onda Local desde el exilio. Nuestro compromiso sigue firme, no nos callarán. En este momento, el exilio es el único camino hacia la libertad.
Además, denuncio a la Fiscalía por violar la privacidad de los datos personales de mi madre, una mujer humilde, campesina y siempre luchadora. “Mi familia es desplazada de guerra”, expusieron su vida defendiendo una causa revolucionaria, traicionada por Daniel Ortega. Mi familia siempre ha estado al margen de mi actividad como periodista. Exijo respeto a la integridad de mi familia y desde ya hago responsable al régimen de Daniel Ortega por cualquier cosa que les pueda suceder.
Un día, regresaré a mi pueblo, no sé cuándo, espero que sea más temprano que tarde. Mi consuelo es que, si me alcanza la vida, tendré el honor de narrar y escribir el retorno de miles de personas que, al igual que yo, estamos en el exilio. Estamos transitando hacia el sol de la libertad. No hay dictadura que dure 100 años ni pueblo que lo resista.