24 de junio 2021
El diccionario de la Real Academia Española define la autocracia como la “forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”. “La persona que ejerce de por sí sola la autoridad suprema en un Estado” es el o la autócrata.
Como en el tiempo de los viejos emperadores, el o la autócrata, o la autocracia bicéfala, invita a la población a dejar atrás la pretensión de ciudadanía para convertirse en simples sujetos sin decoro y sin derechos. Surge la pregunta ¿cómo sobrevivir bajo ese imperio sin sacrificar la vida, la dignidad y el respeto propio?.
La escritora ruso-norteamericana Masha Gessen se planteó esa misma interrogante y ofreció seis puntualizaciones o reglas que sin duda tienen resonancia hoy en Nicaragua.
A continuación, las reglas y las consideraciones de quien escribe.
Regla No. 1—“Créale al Autócrata”. Perro autócrata que ladra también muerde. Pensar que media un estado de demencia puede llevar al error de subestimar la capacidad de infringir daños enormes al país. Con nacionalismo patriotero se pretende defender al país. El quehacer y cometido autocrático se reduce a la consolidación del poder. La autocracia no es una entidad pensante, no es un cuerpo con capacidad de raciocinio. Catalogar el discurso de “irracional” y su conducta de “inexplicable” subraya nuestra propia incomprensión del fenómeno.
Regla No. 2—“No se engañe a partir de pequeños indicios de normalidad”. Nicaragua no es la que se presenta en los medios de comunicación controlados autocráticamente. Los mensajes, imágenes, noticieros y las estadísticas manipuladas todos cumplen son parte de la maquinaria del control. Entonces no hay problema con la pandemia, ni con la economía, ni con la prolongación del poder--todo es culpa de los de afuera.
Regla No. 3—“Las instituciones no te servirán”. El o la autócrata se apodera de todos los poderes del Estado. Es el modelo Putin. Queda anulada la división y contrapeso de poderes, el debido proceso, cercenándose los derechos civiles y políticos, invocándose viejas religiosidades. De esta manera, el modelo de poder se completa con una sociedad que no demanda derechos porque no los conoce, y si los conoce le reprimen.
Regla No. 4---“Indígnese”. Eduardo Galeano decía “o se es indigno o indignado”. No es un simple aforismo—es un llamado a ser fiel a la más noble de la condición humana — a resistir la tendencia propia y muchas veces externas de aceptar lo inaceptable. La respuesta no puede ser un “pragmatismo resignado”, ni el silencio ni la indiferencia.
Regla No. 5—“No entre en componendas”. La autocracia no negocia el poder por iniciativa propia; lo que significa mantener al máximo las graves situaciones de injusticia que ha generado. Una oposición puede ser constructiva en una negociación, pero no al punto de volverse sinvergüenza, es decir callar sobre las condiciones injustas, abusos y arbitrariedades. En una autocracia la política entendida como el arte de lo posible es un precepto que carece de toda moralidad, dice Gessen.
Regla No. 6—“Recuerde el futuro”. El sueño de abril fue el de un futuro sin autócratas ni autocracias. Toca proteger ese sueño de futuro posible contra el legado del autócrata y las condiciones que le permitieron surgir. Cerrarle la puerta a un futuro mejor no es normal. Pero para abrir esa puerta hace falta resistir. La sociedad en su conjunto despertará de la pesadilla de ser victimas para convertirse en sobrevivientes, y soñar de manera libre nuevamente.