22 de junio 2021
Durante el Gobierno argentino de Mauricio Macri, entre 2015 y 2019, el entonces gobernador de Chaco, Domingo Peppo, tenía un problema recurrente: su vicegobernador, Mateo Daniel Capitanich, se resistía a cualquier acercamiento con la Casa Rosada, aunque más no sea para conseguir fondos para su provincia. “Nos jugaba siempre en contra”, recuerda con claridad un importante funcionario del Ministerio del Interior de aquella administración. Capitanich, hermano del actual gobernador chaqueño, es hoy embajador en Nicaragua, gobernada con puño de hierro por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
Este lunes, la Cancillería argentina llamó a “consultas” al embajador, un paso previo al retiro de su delegación diplomática en ese país centroamericano. Fue luego de las críticas locales e internacionales que recibió el Gobierno luego de que se abstuvo de condenar la ola de arrestos del régimen de Ortega en una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), que encabeza el uruguayo Luis Almagro. Mucho tuvo que ver en ese voto el representante del kirchnerismo en Managua, aunque desde la Cancillería relativizaron su influencia. “Fue un voto acordado con México, el embajador hace lo que le decimos”, reafirmaron a este diario desde el Palacio San Martín. Este lunes, también México convocó a su embajador en Nicaragua.
La abstención argentina alejó al país de las posturas de sus socios del Mercosur, bajo el principio de “no intervención” en asuntos internos de otras naciones, más allá de las reiteradas denuncias de organismos internacionales hacia el despótico manejo del poder por parte del artífice de la revolución sandinista de 1979, hoy con escasos aliados a nivel internacional, más allá de la Venezuela de Nicolás Maduro y Cuba.
La elección de Daniel Capitanich como embajador “político” en Nicaragua (presentó sus credenciales en diciembre del año pasado ante el propio Ortega) es una muestra del cuidado que el gobierno de Alberto Fernández mostró, en los inicios de su mandato, a los efectos de darle mayor entidad a un vínculo que, durante el gobierno de Macri, era frío y hasta distante. Capitanich es considerado un “gurka” de lealtad “total” a la vicepresidenta Cristina Kirchner. Una muestra: su saludo vía redes sociales a la “compañera Cristina” por su cumpleaños, el pasado 19 de febrero, con foto de ambos incluida.
La relación con Nicaragua era otra durante los años de macrismo. El embajador de carrera Marcelo Valle Fonrouge cumplía funciones protocolares, la embajadora ante la OEA, Paula Bertol, recibía las denuncias de los nicaragüenses que, opuestos al régimen, eran atacados por el régimen. “Dimos un giro de 180 grados en materia de derechos humanos. Ahora estamos del lado de los opresores”, dijo a La Nación Bertol, actual dirigente de Pro. Bertol denunció en reiteradas ocasiones a Ortega por la represión a estudiantes de 2018. En la misma línea se expresó el excanciller, Jorge Faurie, que señaló: “Es un error y una tragedia para la trayectoria de derechos humanos de la Argentina. Nos deja del lado de las dictaduras”.
“Premiado” con embajada
Al margen de todo lo que ya se sabía de Ortega, el actual embajador argentino en Managua no escatimó elogios hacia él en sus declaraciones públicas. “Cuando vine a Nicaragua, me encontré con un país mucho mejor que lo que yo suponía. En los últimos años hubo un crecimiento muy importante, con excepción de lo sucedido en 2018. Tienen el mejor sistema vial de Centroamérica, por ejemplo”, declaró en enero de este año a El País digital.
En el mismo reportaje, en el marco de la pandemia por el coronavirus, aseguró que “sus intervenciones [por las de Ortega] en materia de salud han sido muy importantes, creación de nuevos hospitales, de centros de salud, mejoras en el propio sistema, y una gran militancia desde el propio partido”. También describió las protestas populares como “un intento de golpe de Estado, para intentar derrocar a Ortega”, el mismo argumento utilizado por el presidente nicaragüense para desatar la represión.
Identificado políticamente con su hermano gobernador, aunque con un perfil menos cuidado, el embajador Capitanich se recuperó de una dura derrota en 2019, cuando perdió la intendencia de Sáenz Peña. “Le dieron una paliza. Lo premiaron con la embajada”, criticó un dirigente del radicalismo chaqueño que lo conoce bien desde sus inicios. “Con Coqui se llevan muy bien, Daniel es su hermano menor y siempre recibió su apoyo. Es un tipo leal, más allá de que no tenga formación diplomática”, comentaron desde el peronismo chaqueño.
Fuentes diplomáticas declinaron opinar sobre la influencia del embajador en el voto argentino. “Pero es evidente que simpatiza con el régimen, está ahí cómodo y por algo lo enviaron”, coincidieron dos fuentes que lo conocen bien.
No se trata, por cierto, de intereses económicos los que motivaron a la Argentina a abstenerse. Aún con el Frente de Todos en el poder, la Argentina y Nicaragua tienen un mínimo intercambio comercial, ya que se exportan hacia el país centroamericano unos US$30 millones anuales, sobre todo en camionetas de alta gama.
“Privilegiamos el principio de no intervención y rechazamos que se intente modificar el sistema político, pero cuestionamos las detenciones de opositores”, reiteraron desde la Cancillería, a cargo de Felipe Solá. Aunque recordaron que en marzo pasado Argentina se sumó al rechazo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU a represalias del Gobierno nicaragüense a quienes colaboraban con esa organización, en el Gobierno parecen resignados a la repercusión negativa de la abstención en la OEA.
*Este artículo fue publicado originalmente por el diario La Nación de Argentina. Se reproduce con autorización del autor.