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Michael Shifter: la represión de Ortega “es un patrón de hace 30 años”

Presidente del Diálogo Interamericano sobre 2022: “El sector privado tiene que tomar una decisión, porque Ortega le hace mucho daño a Nicaragua”

Michael Shifter

Carlos F. Chamorro

14 de junio 2021

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La captura policial de cuatro precandidatos presidenciales y 12 dirigentes opositores, a menos de cinco meses de las elecciones presidenciales en Nicaragua, ha tenido “un fuerte impacto en la comunidad internacional”, pero aún no se puede predecir cuál será la decisión que adoptarán los estados miembros de la OEA ante la convocatoria este martes para debatir la violación de la Carta Democrática Interamericana, considera Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano en Washington.

En una amplia entrevista en el programa Esta Semana, Shifter advirtió que la ilegitimidad del presidente Daniel Ortega, si se reelige en 2021 en unas elecciones sin credibilidad ni competencia política, le puede causar un enorme daño a Nicaragua. 

La radicalización de Ortega “va en contra de los intereses de los empresarios a largo plazo", dijo el analista, y “el sector privado tiene que tomar una  decisión, porque Ortega le puede hacer mucho daño a Nicaragua,” alertó.  

 ¿Cómo valoras el impacto que ha tenido en la comunidad internacional el encarcelamiento de cuatro precandidatos presidenciales y otros cuatro líderes opositores en Nicaragua a menos de cinco meses de las elecciones de noviembre? 


Lo que ha pasado últimamente con la persecución y las barbaridades del régimen, ha dejado a la comunidad internacional en un estado de no creer, esto parece un patrón de hace 30 años. Y si bien es cierto, ha habido un análisis de percepción de un régimen muy autoritario, que no permitía la oposición, diferencias de opinión y espacios para el juego democrático, que está cerrando hace muchos años, llegar a ese nivel de persecución sin ninguna razón que se puede justificar, creo que ha tenido un fuerte impacto en la comunidad internacional, la gente piensa que ya está dispuesto a ir a todos los extremos, que creo que es algo que no encajaba antes en  las opciones, de posibles escenarios. 

El debate en la OEA: 2021 y 1979

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, dijo que hay una ruptura constitucional y que debería debatirse la aplicación del artículo 21 de la Carta Democrática. ¿Qué implicaciones tiene que Almagro señale ahora al régimen de Ortega como una dictadura, igual que lo hizo antes con Cuba y Venezuela?

Me parece muy importante, bienvenido, en buena hora. Yo creo que estaba trabajando con un régimen dictatorial, pero ya con lo último no hay ninguna duda. Entonces, que el secretario general haya asumido esa posición y está presentando la (propuesta de resolución) ante el Consejo Permanente, me parece un paso muy importante, positivo y alentador. Ahora, habría que ver cuál es la reacción de los Estados miembros, que nos siempre es tan firme como debería, pero la situación puede ser tan extrema y tan barbárica, tan terrible, que podría poder llegar a un consenso de condenar lo que está pasando. 

El Consejo Permanente está convocado el próximo martes, pero el proyecto de resolución que está circulando no propone la suspensión de Nicaragua de la OEA. ¿Cuál sería el propósito de esta reunión? ¿Es una especie de medición de fuerzas sobre cuál es el nivel de aislamiento o respaldo que tiene Ortega en el sistema interamericano?

Sí, yo creo que es para condenar lo que ha hecho el régimen de Ortega y Murillo con sus acciones y su persecución, y medir fuerzas, a ver cuánto apoyo realmente hay entre los otros Estados miembros de la OEA. Yo creo que hay bastante apoyo para esto, pero hay que  decirlo en términos muy claros, el compromiso a la defensa colectiva de la democracia cuando está en peligro en América Latina, esa voluntad, ha bajado, no es tan fuerte, a mi juicio, como era.

Pero, tal vez en el caso de Nicaragua, es tan extremo y tan preocupante, que esto podría empezar a generar, por lo menos, algún nivel de acuerdo y consenso mínimo para condenar, y después, si no hay corrección, si no hay marcha atrás por parte del Gobierno de Ortega, podría medir fuerzas, si hay condiciones para para suspender a Nicaragua de la OEA. Creo que es prematuro para hacer eso,  porque habría que ver un poco cuál es el nivel de apoyo para seguir ese camino.

El Gobierno de Ortega ha rechazado todas las iniciativas de la OEA, como injerencismo; pero junio de 1979 el Frente Sandinista recurrió a la asamblea de cancilleres de la OEA para demandar, no solo la condena del régimen de Somoza sino la sustitución de la dictadura por graves violaciones a los derechos humanos. Incluso Panamá le cedió su asiento al padre Miguel de escoto, que entonces era el canciller de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional en exilio. ¿Tiene alguna resonancia este reclamo de Ortega, de supuesto injerencismo, ante la OEA,?

Depende, no sé cómo es su memoria sobre otra época, hace muchos años.  Tenemos muchos ejemplos, la gente recurre a la OEA cuando le conviene, y también ignora a la OEA cuando le conviene, para mantener el poder. Entonces, ¿hasta qué punto esta comparación de lo que pasó en 1979 podría generar algún optimismo en cuanto al impacto de una decisión de la OEA sobre la dictadura de Ortega?

El secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, ha tenido  contacto con la canciller de España y con el canciller de Argentina, hablan de que están promoviendo algún tipo de iniciativa diplomática. ¿Cuál es el objetivo de la diplomacia norteamericana en esta crisis de Nicaragua?

El Secretario de Estado Blinken está consultando cancilleres de algunos Gobiernos, en el caso de América Latina, de Argentina con Solá, para ver hasta qué punto tiene influencia en el régimen de Ortega para hacer marcha atrás de las persecuciones de todos los líderes, y candidatos a la elección de noviembre, que se puedan soltar, para que juegue un papel. 

De pronto, Argentina tiene, por la naturaleza del Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, alguna incidencia, entonces me parece inteligente que Blinken está consultando con Gobiernos, como Argentina, a ver si podría jugar un papel constructivo en ese escenario. No tengo seguridad que esto va resultar, pero me parece que por lo menos vale la pena intentarlo, y ojalá que tenga éxito.

El dilema de la oposición

¿Cómo valoras el dilema que enfrenta la oposición nicaragüense de participar o no en estas elecciones después de la eliminación, por lo menos, ya de cuatro candidatos presidenciales? Algunos dicen, que hay que verse en el espejo de Venezuela, y ahí está Maduro, y continúa en el poder con o sin la participación de la oposición. 

Es una situación muy complicada, como participar si las condiciones están muy lejos de ser justas, y cumplir estándares mínimos para una elección libre. Entonces, hay que pensar las consecuencias de participar y no participar: si no participa está dejando la cancha totalmente libre a Ortega, y a la vez las elecciones, aunque no son legítimas, para nada, permite por lo menos tener alguna dinámica política propia en cuanto tener líderes, estrategia y ser activo en la política; no participar es un poco limpiar la cancha y dejarlo totalmente al régimen. 

En algún momento, no sabemos qué va ser el desenlace de esta dictadura, habrá una oportunidad para hacer otro tipo de Gobierno y otro tipo de política. Entonces el argumento para participar, por lo menos se mantiene viva la vida política. Pero, obviamente es una (decisión) muy compleja, en el caso de Venezuela, eso ha sido debatido en muchas elecciones. En general, al final el balance es que es mejor participar, reconociendo que no son elecciones libres y justas, y no hay un terreno equilibrado para ambas partes.

El presidente Daniel Ortega durante el acto del 41 aniversario de la Cruzada Nacional de Alfabetización. Foto: Presidencia

Pero estando el país bajo estado policial, sin libertad de reunión, no hay libertad de movilización, hay cuatro precandidatos presos, despojados ya de sus derechos políticos, ¿Puede esta participación darle alguna legitimidad a unas elecciones que no son creíbles ni competitivas?

Ese es el dilema exactamente que han enfrentado los venezolanos, que también muchos líderes están prohibidos a participar, están afuera del país, están en el exilio. 

Entonces sí no ha permitido ninguna competencia, ningún desafío a su poder, no participar me parece una decisión totalmente legítima, válida, y defendible, yo no estoy de acuerdo,  pero uno tiene que pensar en, un poco, las consecuencias de las decisiones, solamente estoy diciendo eso. Es un dilema muy difícil y cualquier decisión que se toma lleva consecuencias preocupantes. 

¿Cuáles son las consecuencias para Ortega de ir a una elección y lograr su reelección sin competencia política en unas elecciones no creíbles. ¿Qué impacto tendría esto sobre la legitimidad de ese quinto período de gobierno Daniel Ortega?

Yo creo que no hay legitimidad de Ortega, en el análisis de la comunidad internacional en general: no tiene legitimidad, no ha cumplido con los estándares mínimos de democracia, de una elección libre. Entonces, aun sí hay sectores de la oposición que participan en la elección, todo mundo reconoce que no tiene ninguna credibilidad el régimen en cuanto un Gobierno democrático, yo creo que es eso hay enorme consenso a nivel internacional. 

Al tomar la decisión, me parece a mí que él va a luchar hasta el final, pero yo creo que él no tiene legitimidad, ninguna, por las acciones que han tomado, aún antes de la última serie de barbaridades que ha cometido contra otros candidatos. 

La radicalización de Ortega en 2022

¿Esta radicalización del régimen de Ortega, que está aplicando elementos, en lo político, de los modelos de Cuba y Venezuela, tendría viabilidad en este país, sin legitimidad y en una economía abierta, privada, que no está controlada por el Estado, como Venezuela y Cuba?

Esa es la diferencia importante, la parte económica, y por lo tanto hay instrumentos que están analizando, no sé si usted vio una carta que acaba de salir de siete senadores, que habla de estudiar el Cafta, el Tratado de Libre Comercio, en el cual Nicaragua está participando. 

Yo creo que hay instrumentos y opciones de política pública que no están en el caso de Cuba y en el caso de Venezuela, siempre por el hecho que Nicaragua tiene otro modelo económico; y también,  hay que pensar cuando se habla de sanciones, que es un instrumento que ha sido aplicado contra individuos.

Mi percepción es (que) no va al modelo económico de Cuba y Venezuela,  Ortega, yo creo que su objetivo es simplemente perpetuarse en el poder, eliminar cualquier desafío y cualquier competencia política. Pero no tiene un plan estratégico de tomar control de todo, todas las partes económicas del país.

Entonces, la pelota está en la cancha de los nicaragüenses, esto no es un tema de sanciones o de la comunidad internacional, sino de soluciones nacionales y en buena medida, confronta a la comunidad empresarial, al sector privado, sobre cómo reaccionar ante este modelo de radicalización que está imponiendo Ortega, que pretende promover una economía privada, sin democracia, sin elecciones, ni transparencia. 

Así es. Yo creo que el sector privado nicaragüense tiene que jugar (un papel) fundamental en este escenario, y tomar la decisión, porque lo que está haciendo Ortega hace mucho daño Nicaragua, lo aísla de la comunidad internacional, es un paria a nivel internacional, y eso tiene un costo y  consecuencias para el país, y para un empresario, para un miembro el sector privado nicaragüense, interesado en el largo plazo del país, integrar a Nicaragua en mecanismos de integración regional e internacional,  esto que está pasando va obviamente contra sus intereses de largo plazo. Si está dispuesto a tomar una posición contra el régimen, esto es otra pregunta, pero yo creo que esto es muy negativo para los intereses del sector empresarial nicaragüense. 

Las prioridades de la administración Biden en torno a Centroamérica, hasta hoy han estado centradas en problema migratorio, el problema de la corrupción y el déficit de democracia  en el Triángulo Norte de Centroamérica. ¿Cómo encaja la crisis de Nicaragua en el contexto de la región?

 Creo que es muy difícil ignorar esta crisis para la Administración Biden, que está animado por los valores democráticos, no asumir una posición muy firme con respecto al régimen de  Ortega, nadie lo va tomar en serio.  Entonces, además de la presión política doméstica sobre el tema migratorio desde los países del llamado Triángulo Norte; también Biden para tener alguna credibilidad sobre el tema de la democracia, tiene que asumir una posición muy firme y también dedicar tiempo como está haciendo Anthony Blinken hablando con otros cancilleres y autoridades de otros países para ver qué se puede hacer para parar esa situación. 

Entonces, no tiene opción, si es una Administración seria y comprometida con la democracia, de ignorar lo que está pasando en Nicaragua. 

¿Qué se puede hacer en los próximos cinco meses? El único mensaje que Ortega ha dado, visualizando el futuro, es que después de las elecciones convocará a un diálogo nacional, para imponer las reglas del juego después de su reelección. ¿Hay algún margen de una negociación política, diplomática, antes de llegar a esa reelección sin legitimidad?

Esperamos que sí. Yo creo que hay que hacer todos los esfuerzos posibles a nivel internacional para presionarlo para que haya un diálogo antes de la elección del 7 de noviembre. Tiene que aumentar la presión y hay instrumentos para hacerlo. 

Creo que lo que estamos viendo estos días en la OEA, con el secretario de Estado, con la carta de siete senadores, de mucho peso, de mucha influencia, a el presidente Biden, son pasos importantes. ¿Si son garantías que eso se va a revertir y va a ser suficiente para convencer a Ortega? No sé. Creo que sería ingenuo decir estamos seguros que esto va tener un impacto, porque la realidad es que no sabemos. Lo que sí sabemos es que hasta ahora no habido suficiente presión y fuerza externa sobre este Gobierno. Y por fin están despertando, yo creo que es un poco tarde, pero bienvenido. Mejor tarde, que nunca. 

Y la otra certeza que podemos tener es que el 2022 podría  ser peor que 2021, si las cosas continúan en este curso. Es decir, si se consuma este proceso de eliminación de las elecciones, y reelección del régimen de Ortega sin legitimidad. 

Sí, las cosas pueden ser aún más feas y más duras en Nicaragua en 2022, no hay ninguna garantía que después de las elecciones la situación se mejore. Aún si la elección es totalmente sin ninguna participación y competencia de la oposición, esto puede ser usado como un pretexto para reprimir más, y nadie tiene ninguna seguridad que esto se va a mejor hasta después que Ortega está reelegido en noviembre. 

Así que estamos ante  una situación muy  terrible, y creo que la comunidad internacional está totalmente impactada por lo que está ocurriendo, pero hay cierto sentido de impotencia. Hay mucha alarma, pero también se pregunta ¿qué se puede hacer?. Yo creo que están intentando hacer cosas que ojalá resulten, y esto le da cierta esperanza. Pero hay que ser muy realista en decir que en la realidad no sabemos si va a funcionar o no. 

Es muy importante que Estados Unidos no actúa solo, porque eso puede ser  un regalo para Ortega esto,  si es algo de Estados Unidos contra Nicaragua, se repite la misma historia. Por lo tanto, consultando en Argentina, España, me parece importante, y la resolución en la OEA, también si hay un respaldo amplio para una condena al régimen, tal vez preparando el terreno para la expulsión de Nicaragua después, esos son caminos, a mi juicio, más productivos. 


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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