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Los inicios del Che

La experiencia guatemalteca marcó de manera decisiva el futuro del Che. Vivió en carne propia los vejámenes cometidos por Estados Unidos

El Che Guevara ejerció el oficio de cronista de manera consciente. Tenía la costumbre de registrar los hechos en que estaba involucrado

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“En Guatemala podría hacerme muy rico, pero con

el rastrero procedimiento de revalidar el título, poner una

clínica y dedicarme a la alergia, (aquí está lleno de colegas del fuelle). 

Hacer eso sería la más terrible traición a los dos yos 


que se pelean dentro, el socialudo y el viajero”.

Ernesto Guevara

Contexto socio político. El Che estaría cumpliendo este 14 de junio (2021), noventa y tres años. Una de las prácticas más comunes en relación a su figura, continúa siendo hacer abstracción del momento sociopolítico en que le tocó vivir. La descontextualización ha sido transformada en el caballito de batalla de enemigos y adversarios. Ignorar la existencia de dictaduras militares e intervenciones de la marinería estadounidense a lo largo del subcontinente latinoamericano durante esos años, invita a refrescarles la memoria. Eran amamantadas por Estados Unidos, en Asia intervenía con saña. ¿Una omisión deliberada? Olvidaron las satrapías nacidas a su amparo en Centro América: Castillo Armas, Tiburcio Carías, Junta Cívico-Militar en El Salvador, Anastasio Somoza García. En el Caribe, Fulgencio Batista, Rafael Trujillo y François Duvalier, en el Sur, Pérez Jiménez, Odría y Stroesneer, prohijados y entronizados con su venia

Solo basta arañar la superficie para enterarse de la trayectoria de estos malandrines. Tendrían una dimensión exacta de los horrores cometidos, forman parte de la historia universal de la infamia. Millares de personas fueron muertas con saña. Se mantenían en el poder a base de golpes de Estado, asesinatos, fraudes electorales y corruptelas. Selladas las salidas legales, a los pueblos no quedaba otra alternativa que el camino de la lucha armada. Los levantamientos populares tienen sentido si analizamos con objetividad la manera como sojuzgaban a sus connacionales. Jamás tuvieron piedad. No era casualidad, actuaban para favorecer a las empresas estadounidenses. Los pertrechos militares provenían de Estados Unidos. Eran los mejores garantes de los intereses de empresas gringas, muchas de las cuales propiedad de quienes ejercían los más altos cargos en Estados Unidos.

El ejemplo de Guatemala. Los gobernantes de EE UU. eran alérgicos a gobiernos que mostrasen cierto grado de independencia de las directrices de Washington. Eran los años de la Guerra Fría. Si el manejo de la cosa pública en Guatemala por parte de Juan José Arévalo les resultó embarazosa, las acciones emprendidas por el coronel Jacobo Arbenz, les supieron totalmente inaceptables. El hecho de promulgar una Ley de Reforma Agraria y entregar tierras ociosas a los campesinos, resultó una herida mortal para los dueños de United Fruit Company (UFCO). La Mamita Yunai (1941), como la bautizó en su novela el costarricense Carlos Luis Fallas, dueña y señora de grandes extensiones de tierra, poseía la única línea férrea que comunicaba Ciudad de Guatemala con Puerto Barrios. Para quebrar el monopolio, Arbenz empezó a construir una carretera alterna de carácter público.

Ambas decisiones resultaron inadmisibles para quienes estaban acostumbrados a decidir qué sí y qué no en Guatemala. Para ganarse a la opinión pública estadounidense, emprendieron una campaña de relaciones públicas bajo la dirección del astuto y despiadado Edward Bernays. Sam Murray, director de la frutera, aprovechó los vínculos de Bernays, con influyentes medios de comunicación, entre los que destacaban The New York Times, The Christian Science Monitor y San Francisco Chronicle. La ofensiva fue feroz. Millares de telegramas, llamadas telefónicas y comunicados de prensa, intoxicaron a la opinión pública estadounidense. Arbenz fue acusado de establecer una cabeza de playa de la Unión Soviética en Guatemala. Enarbolaron el espantajo del comunismo y lo tildaron proclive a esta ideología, recurso utilizado por Estados Unidos para amedrentar ilusos.

Los más entusiasmados en la cruzada para poner fin a un Gobierno democrático en Guatemala, fueron los dueños de la UFCO. Muchos se distinguían como funcionarios de alto nivel, John Moors Cabot, Secretario de Estado de Asuntos Interamericanos, su hermano, Thomas Moors Cabot, antiguo presidente de la UFCO (1948) y el embajador Henry Cabot Lodge. El poderoso Secretario de Estado, John Foster Dulles, miembro de número del bufete de abogados Sullivan & Cromwell, apoderados del Henry Shroder Bank, depositarios de International Railways of Central America (IRCA), se irritó aun más cuando Arbenz decidió la construcción de una carretera que abarataba costos y echaba por tierra la monopolización del transporte. El país requería de sus propios caminos y carreteras. Un negocio menos en la cadena de ganancias de la Mamita Yunai.

En su largo caminar por nuestra América, el médico argentino Ernesto Guevara de la Serna, decidió viajar a Guatemala, canceló el viaje que tenía preparado a Venezuela, al enterarse del ensayo democrático iniciado por Arbenz. Atravesó el istmo centroamericano, su paso por Nicaragua apenas es registrado en Otra vez, diario inédito, muy poco conocido en su peregrinar por América Latina. En San José, Costa Rica, tuvo ocasión de conversar con los dirigentes Manuel Mora Valverde y Juan Bosch. El tico le hizo “una cabal exposición de la política en los últimos tiempos”, mientras que, con el dominicano, un literato de ideas claras y de tendencia izquierdista, no habló de literatura, fue “simplemente de política”. Bosch calificó a Fulgencio Batista “de hampón rodeado de hampones”. El interés del Che por el futuro de América se acrecentaba. Estaba a unos meses de definirlo.

Su conversión política. En 2017 —año emblemático Myrna Torres Rivas publicó De médico a combatiente El tercer viaje de Ernesto Guevara de la Serna, libro iluminador, bajo el sello de la Editorial Amerrisque, propiedad de Melvin Wallace. En 2017 el mundo celebraba los cincuenta años del paso del Che a la posteridad. Myrna se sumó a los festejos y transcribió en su libro parte del diario del Che en Guatemala, el intercambio epistolar que sostuvo con su madre, Celia de la Serna; fragmentos de las memorias inéditas de su padre, el nicaragüense Edelberto Torres Espinosa y párrafos de su propio diario. La bibliografía viene acompañada de entrevistas realizadas a exfuncionarios del Gobierno de Arbenz, necesarias para conocer las relaciones tangenciales que tuvo el Che con diversos actores políticos, educativos y culturales guatemaltecos. Una mirada complementaria. 

En el país centroamericano los padecimientos del Che fueron muchos, el visado de permanencia en Guatemala se hizo de hule y la falta de empleo se transformó en angustia. Tenía que hacer malabares para subsistir. El asma le apretaba. Hilda Gadea fue presentándole distintas personalidades políticas, varias de origen guatemalteco, la peruana fue uno de sus ángeles tutelares. Para no ser carga de nadie, Che junto con Antonio (Ñico) López, idearon tallar imágenes del Cristo Negro de Esquipulas, santo patrono de los guatemaltecos. La empresa resultó un fracaso, la pobreza de las familias impedía comprarlas. Contradicciones de la vida, los mercenarios levantaron la figura del Cristo Negro de Esquipulas contra Jacobo Arbenz. Acusado de aliarse con los comunistas y la Unión Soviética, la argucia resultó infalible y providencial para los invasores.  

La experiencia guatemalteca marcó de manera decisiva el futuro del Che. Vivió en carne propia los vejámenes cometidos por Estados Unidos, para proteger a la compañía frutera. En la conspiración urdida por el Departamento de Estado, el publicista Edward S. Whitman, aprovechó que su mujer era secretaria privada de Dwight Eisenhower, presidente de Estados Unidos, para que hiciera campaña en contra de Arbenz. Ambos actores diseñaron e impulsaron la Operación Success (Éxito), invasión dirigida para deponer al presidente Arbenz. Estados Unidos requirió el apoyo del nicaragüense, general Anastasio Somoza García y de los generales Rafael Leónidas Trujillo, dominicano, y Marcos Pérez Jiménez, venezolano. Nicaragua sirvió como campo de entrenamiento para los mercenarios encabezados por Carlos Castillo Armas. Un pequeño abono a sus deudas.

El Che vivió días convulsos: el ametrallamiento aéreo de Ciudad Guatemala, la anuencia de los militares a favor de la invasión, la intervención descarada de Estados Unidos y el rechazo de la Mamita Yunai a la reforma agraria. Los nueves meses que radicó en ese país fueron de constante aprendizaje. Comprobó la condescendencia del ejército con los invasores. Cuando la agresión escaló, el Che montó guardia en la Casa de Salud del Maestro, fue cuando conoció al nicaragüense Rodolfo Romero, quien le enseñó a usar la ametralladora. En ese entonces surgió su amistad con Romero. El nicaragüense fue invitado a la boda del Che con Aleida March. Una fotografía registra el momento. Posteriormente el Che brindaría todo su apoyo a Romero, en la incursión de El Chaparral (1959), donde resultó herido y recibió su bautismo de fuego, Carlos Fonseca Amador. 

La relación del Che con el profesor Edelberto Torres Espinosa, queda registrada en el diario guatemalteco. El Che gustaba conversar con don Edelberto, destaca la conexión que tuvo con los exiliados Antonio (Ñico) López Fernández y Armando Arancibia, los primeros cubiches los conoció en Guatemala. El Che entró a ese país el 24 de diciembre de 1953. La invasión sirvió como catalizadora de su pensamiento y accionar políticos. Paco Ignacio Taibo II, uno de sus biógrafos, al realizar su documental televisivo sobre el Che, a la persona que entrevista en Guatemala, es a Edelberto Torres Rivas. Las relaciones de camaradería que forjó el Che con Myrna, fueron extensivas hasta después del triunfo de la revolución cubana. Su libro resulta crucial para entender lo determinante que fue para el Che, su estadía en Guatemala; paso inevitable para comprender la conducta de EE UU.

A manera de conclusión. Otra manera de comprobar el compromiso adquirido por el Che, en su decisión por terminar con las injusticias sociales, políticas y económicas, puede apreciarse en la novela Tiempos recios (Alfaguara, 2019). El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. narra las peripecias y marrullerías de los dueños de la Mamita Yunai. Las triquiñuelas y tropelías de los confabulados sirvieron de estímulo para que el Che definiera su compromiso político. La lucha armada era la única manera de librarse de sus satrapías. Vargas Llosa cree que, sin la experiencia guatemalteca, su destino pudo haber sido otro. La invasión militar en Guatemala catalizó su toma de conciencia. ¿Qué alternativas tienen los pueblos cuando los sostienen el poder atropellan y pisotean su dignidad? ¿A qué mecanismos recurrir? ¿Díganme a cuáles?   


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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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