10 de junio 2021
La petición del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, para una reunión urgente sobre la situación de Nicaragua, puede ser útil para elevar la presión sobre el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, aunque es poco probable que eso los haga cambiar de rumbo, opinan exdiplomáticos entrevistados por CONFIDENCIAL.
Este miércoles 9 de junio, Almagro solicitó que el Consejo Permanente se reúna con carácter de urgencia, y que en esa cita “debería considerarse la activación de los mecanismos necesarios para la aplicación a Nicaragua del artículo 21 de la Carta Democrática Interamericana”.
El diplomático y académico Carlos Tünnermann Bernheim estima que “es correcta la preocupación de Almagro, dada la referencia a los últimos sucesos, y pedir una reunión de urgencia del Consejo Permanente para analizar en conjunto la situación de lo que está ocurriendo en Nicaragua en estos últimos días”.
Por su parte, el exembajador Mauricio Díaz estima que, más allá de lo que suceda en esa reunión del Consejo Permanente, “se supone que la Carta Democrática Interamericana sirve para establecer mecanismos preventivos y que no pasara lo que nos sucedió a nosotros. La defensa de la democracia, por otra parte, es un principio consagrado en la Carta, y no ha servido para mucho. Todo eso ha sido poesía hasta el día de hoy”.
Díaz duda también de que la diplomacia continental sea capaz de corregir el rumbo que eligió el régimen nicaragüense. “No lo creo. Por eso Almagro habla constantemente de que faltan presiones bilaterales, porque lo multilateral no ha surtido efecto. ¿De qué sirve el colectivo, si no surte efecto? ¿Pedirán a Guatemala y a Honduras que presionen a Nicaragua, cuando ellos van en la misma dirección, o a Nayib Bukele en El Salvador, cuyo Gobierno parece una neodictadura disfrazada de democracia?”.
El diplomático encuentra una pequeña oportunidad, “quizás, con la concurrencia de otros actores, como la Unión Europea, o la amenaza de perder acceso a recursos internacionales, y no es que lo esté pidiendo, pero parece que el Gobierno sí lo están pidiendo, para hacerse las víctimas”.
En todo caso, comenta, quizás el problema sea la limitada capacidad negociadora que exhibe el sistema interamericano, que se verá reflejada en la posibilidad de que la convocatoria al Consejo Permanente vaya acompañada de un proyecto de resolución.
Tünnermann reconoció que “hay reuniones que son puramente informativas”, pero agregó que "en otras se distribuye un proyecto de resolución, y no sabemos si es el caso. Es buena la iniciativa, y ojalá esté acompañada de un proyecto de resolución que interprete el sentir de las naciones del sistema interamericano frente a la situación de Nicaragua”, lo que requeriría de contar con 24 votos.
Si nada cambia, el modelo nicaragüense asumirá elementos de modelos como el cubano, el venezolano y hasta el norcoreano, opina Tünnermann, mientras Díaz avizora más bien “un híbrido entre Cuba y Venezuela, con las diferencias propias, porque aquí todavía hay un empresariado, aunque sigue estando cómodo”.
Díaz opina que hay empresarios que eligieron fácilmente seguir gozando de su renta, descartando las vidas de la gente. Como ejemplo, señaló que “los bancos cobran tasas de interés, como si el país estuviera en una situación boyante. Estamos avanzando hacia un modelo donde el Estado va a pesar demasiado, y los empresarios podrán seguir haciendo negocios, pero sin meterse en política”.
¿La OEA tiene los votos suficientes?
El exembajador Díaz expresó que si Almagro no tiene los dos tercios de los votos que se necesitan para aplicar el artículo 21, “sería una convocatoria para nada. Suspender a un Estado implica que este pierde los beneficios que derivan de ser parte del sistema interamericano, pero no sus deberes, específicamente en materia de derechos humanos”.
Tratando de adelantar cuál sería la reacción de los personeros del régimen ante una posible suspensión en la OEA, Díaz dijo que “esta es gente cuya visión del mundo es siquiátrica, así que lo verán como un premio, y dirán que somos una nueva Cuba en el continente, pero ese proceso cierra el acceso a la banca regional, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y ataría las manos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), que es su caja chica”.
Conocedor de cómo funciona el sistema interamericano, el embajador opina que la clave está en la posición que asuman los estados del Caribe, que lentamente se han ido alejando de la órbita de influencia de Caracas, toda vez que han ido perdiendo el acceso a los ingentes recursos que la petrodiplomacia venezolana ponía a su disposición.
El otro factor es que “Valdrack Jaentzke está desaparecido, y él era el que mantenía aceitados los votos de los estados caribeños”.
A juicio de Díaz, Almagro ya está decidido a tratar de aplicar el artículo 21, al admitir que “la diplomacia ha sido infructuosa, y que en Nicaragua ya hubo una ruptura del orden constitucional. ¿Qué le costaba a él admitir eso desde antes, y a Estados Unidos enterarse que esto es una dictadura, si desde este Gobierno desde hace rato se burla de sus compromisos, y vemos cómo se consuman los fraudes electorales?”.