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La gran mentira

La Rebelión de Abril fue una espontánea y masiva expresión popular de repudio ante la violencia de Ortega y Murillo, que aplastaron con 328 muertos

La Rebelión de Abril fue una espontánea y masiva expresión popular de repudio ante la violencia de Ortega y Murillo

Gioconda Belli

9 de junio 2021

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“Vivimos una época donde los ataques a la verdad
no tienen precedentes. Las mentiras deliberadas
se enmascaran llamando mentirosos a quienes las
denuncian”
Salman Rushdie

La respuesta de la dictadura Ortega Murillo para evadir su responsabilidad en el origen y dimensiones de la Rebelión de Abril de 2018, fue urdir una Gran Mentira. Ellos se sobrepasaron en el uso de la violencia y su propia brutalidad encendió la hoguera de rabia contenida. Pero ellos no tuvieron el valor de aceptar su enorme error, y amplificaron sus repercusiones en los días subsiguientes. Ya tenían colocados los andamios de la dictadura, y abril fue la inauguración de la cara que existía detrás de la máscara de amor y paz y religiosidad que tenazmente habían construido.

En términos de comunicación moderna se llama Gran Mentira, por ejemplo, a la que urdió Trump en Estados Unidos para decir que le habían robado las elecciones. Ha sido una mentira sostenida descaradamente y repetida por los republicanos hasta el cansancio. Ahora hablan de “reinstalar” a Trump en agosto en la Casa Blanca. Otra gran mentira que sigue rodando y que sus partidarios fanatizados han llegado a creer.

La Gran Mentira de los Ortega-Murillo, con la que ahora quieren justificar la captura y encarcelamiento o aislamiento de Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro, Violeta Granera, José Adán Aguerri, y otros que seguirán condenando a su antojo, es que la Rebelión de Abril fue un golpe de Estado.  En la propaganda que están produciendo en estos días hay un póster que pregunta ¿De dónde salió la plata? Y añade: “Toda protesta tiene un financiamiento. Las que se han dado desde el 18 de abril no son la excepción” Pasa luego a decir que las instituciones norteamericanas: el Fondo Nacional para la Democracia (NED) y la USAID, transfirieron 500 millones de dólares al IEEPP, Hagamos Democracia, la Fundación Violeta Barrios, Funides, Cinco, el Movimiento por Nicaragua y hasta el Movimiento juvenil Puente.


Vamos a suponer que sea verdad lo de los quinientos millones de dólares (que era por cierto la cantidad que recibía el FSLN cada año por nueve años cortesía del Gobierno de Venezuela y que no pasaba por el presupuesto nacional). Ese dinero, si acaso la cifra es verdadera, fue destinado en gran parte, por lo menos el de la USAID, al mismo Gobierno de Nicaragua en apoyo al Consejo Supremo Electoral, la Policía y otros proyectos de educación. Las ONG que hicieron convenios con estos donantes norteamericanos estaban en todo su derecho de recibir ayuda para sus proyectos, una ayuda que databa de mucho antes de que el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo llegara al poder.

Estas agencias de cooperación, igual que otras de la Unión Europea y países particulares como Alemania, Suiza, Noruega, Suecia, han suplido la carencia de fondos que existe en países pobres como el nuestro para programas de desarrollo y capacitaciones que son necesarias para investigaciones, foros de discusión, capacitación en democracia y ciudadanía, programas culturales etc. Durante los años de la Revolución Sandinista, un gran número de ONG operaron en el país montando radios, programas para campesinos, para escuelas rurales, suministro de agua etc. La Revolución les debió mucha ayuda. Igual sucedió durante los dieciséis años de los gobiernos Chamorro, Alemán y Bolaños, y lo mismo siguió sucediendo en Nicaragua desde 2007, aprobado y bendecido por el Gobierno, que en ese tiempo pretendía ser “cristiano, socialista y solidario”

Ninguna de esas organizaciones trabajó para “financiar” la Rebelión de Abril. Esa es una Gran Mentira. La Rebelión de Abril fue una espontánea y masiva expresión popular de repudio ante la violencia de Ortega y Murillo. Una rebelión que solo pudieron aplastar a sangre y fuego y con 328 muertos, dos mil heridos y cien mil exiliados.

Nadie arriesgó su vida por plata en esa rebelión. Nadie fue pagado por ninguna de esas ONG. Los medios que funcionaban entonces, que no eran ni la mitad de los que han surgido después en el espacio digital eran muy pocos comparados con el monopolio de los hijos de OrtegaMurillo. 100% Noticias, por ejemplo, había defendido las políticas del Gobierno hasta que intentaron censurarlo. ¿Qué me van a decir? ¿Qué toda la gente de abril, la que salió a las calles y arriesgó el pellejo, la que murió en la Marcha de las Madres el 30 de mayo, era pagada?  Ni siquiera había jefatura en esa multitud autoconvocada. ¿Dónde estaba la CIA dando órdenes?

Toda esa construcción que han hecho para sacar del juego a los precandidatos electorales es una Gran Mentira.

Da hasta risa ver en los perfiles de chavalos fanáticos orteguistas de ahora un póster donde se atribuye a los presidentes Chamorro la corrupción de Nicaragua. Entre el último presidente Chamorro, Emiliano Chamorro en 1926, hasta Violeta Chamorro en 1990, hay 64 años sin Chamorros. Y ¿qué decir de La Prensa y de Pedro Joaquín Chamorro, el padre de Cristiana, asesinado en 1978? El hombre que no cesó en denunciar a Somoza hasta que fue acribillado a balazos un 10 de enero.

La Gran Mentira del régimen Ortega Murillo la han usado los personajes más nefastos de la historia. Echarles la culpa a los judíos, matar a los líderes de la Revolución Rusa, a treinta mil personas en tiempo de Stalin, y tantas otras salvajes matanzas fueron provocadas por la ceguera y la crueldad de líderes sin control. Esta ridícula y terrorífica gestión de los Ortega Murillo en Nicaragua, apuntalada por una propaganda mentirosa y un control absoluto de todas las palancas del Estado es un escándalo en estos tiempos, nos retrotrae a los regímenes más sanguinarios del continente americano, a las páginas más negras de la historia.

Cristiana, Arturo, Félix, Juan Sebastián y no sé cuántos más serán los nombres que romperán esta Gran Mentira. Porque se puede engañar a algunos por algún tiempo, pero no se puede engañar a todos, todo el tiempo.

Que los empleados públicos, los soldados, los policías, los jóvenes que no saben decir más que consignas y quieren seguir adorando un ídolo con pies de barro, pongan su barba en remojo. Este régimen los llevará al fondo del volcán lleno de lava que es esa Nicaragua tiránica manejada desde El Carmen. Es hora de reaccionar y dejar de ser cómplices de esa Gran Mentira que solo existe para tenerlos sometidos.

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Gioconda Belli

Gioconda Belli

Poeta y novelista nicaragüense. Ha publicado quince libros de poemas, ocho novelas, dos libros de ensayos, una memoria, y cuatro cuentos para niños. Su primera novela “La mujer habitada” (1988) ha sido traducida a más de catorce idiomas. Ganadora del Premio La Otra Orilla, 2010; Biblioteca Breve, de Seix Barral (España, 2008); Premio Casa de las Américas, en Cuba; Premio Internacional de Poesía Generación del ‘27, en España y Premio Anna Seghers de la Academia de Artes, de Alemania; Premio de Bellas Artes de Francia, 2014. En 2023 obtuvo el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más prestigioso para la poesía en español. Por sus posiciones críticas al Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, fue despatriada y confiscada. Está exiliada en Madrid.

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