6 de junio 2021
¿Cómo puede ser
que viva cuando me muero?
Una tristeza con espinas
me cruza de lado a lado.
Yo que creí que los ángeles vencerían a los demonios
no tuve que ir al infierno para ver
el fuego salir de la boca de dragones
los íncubos torturando a los inocentes
la casa encendida ardiendo con sus habitantes
los niños calcinados.
Los recuerdos forman nubes negras
que llueven contra las almohadas de la noche.
El miedo de los tiranos
exhibe sus espadas y ciega con sus espejos.
Ver morir hijos, hermanos,
hace temer que la lengua suelte su carga de palabras
y lleguen los gendarmes
y en un gesto arranquen el sustento, cierren las salidas
ataquen al padre o la madre
y dejen la casa asolada y abierta al trueno.
Nada hay más terrible que la sombra del arma,
la muerte por la espalda
el ruido de las motos y los rostros
que cercan las noches insomnes.
Un clamor urde aguas subterráneas
en el centro de la tierra.
Menudos duendes cavan túneles intrincados
y juran no someterse al espanto de brujas y sahumerios.
No hay consuelo, ni cuido, ni paz.
No habrá paz
hasta que se hundan
las mentiras
el miedo y el engaño
y se abran todos los ojos.