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Minsa dispone de vacunas para “un grupo muy reducido de trabajadores sanitarios”

Médicos, personal de enfermería y de apoyo —aún los de “primera línea”—, quedaron fuera de la posibilidad de inmunizarse en esta ocasión

El médico infectologo, Carlos Quant, durante su proceso de vacunación en el Hospital Alemán Nicaragüense. Foto: Cortesía | Confidencial

Colaboración Confidencial

Carlos Quant

6 de mayo 2021

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Hoy me tocó recibir mi primera dosis de vacuna. En nuestro país se está aplicando actualmente la vacuna Covishield de fabricación india, bajo licencia de AstraZeneca, con el auspicio del mecanismo COVAX —liderado por la OMS— y de organismos donantes. El Gobierno, después de aplicar la vacuna a los pacientes en hemodiálisis (con la vacuna Sputnik V) y a los mayores de 60 años, anunció con bombos y platillos —a los dos meses de iniciada la jornada—, que por fin llegaba el turno a los trabajadores de la salud.

Lo que no mencionó, como suele ser su costumbre, es que sólo hay disponibilidad para un grupo muy reducido de trabajadores sanitarios. Todo pasó por un listado selectivo de cada hospital público y privado que fue recortado y luego aprobado por el Ministerio de Salud (Minsa), al mejor estilo de la medicina de guerra, estando en tiempos de paz. Así que fuimos pocos los “privilegiados”.

La mayoría de los médicos, del personal de enfermería y de apoyo —aún los de “primera línea”—, quedaron fuera de la posibilidad de inmunizarse en esta ocasión y seguirán esperando ser incluidos en los planes de vacunación del Gobierno, a pesar de la demanda creciente del gremio ante un nuevo rebrote de covid-19 en el país.

Ministra asesora recibe a los médicos

Hay algunos hechos que me llamaron la atención en esta jornada. La vacunación se realizó en algunos centros de atención pública, a mí me tocó, por ejemplo, en el Hospital Alemán Nicaragüense. Una de las flamantes ministras de salud (Carolina Dávila), atendía diligentemente a las personas que iban entrando al recinto. Este se encontraba lleno y no se hacía mucho énfasis en las medidas de distanciamiento físico.


Me surgieron entonces algunas interrogantes, ¿cómo es posible que en un país que se da el lujo de tener tres ministras y que una de ellas esté dedicada a servir de edecán para las personas que llegan a vacunarse? ¿Será que no tiene mucho contenido de trabajo en este país con tantas necesidades de salud? ¿Será que su vocación de servicio altruista a la comunidad la hace “desprenderse” de sus funciones administrativas para apoyar a su prójimo? O es que, en la distribución de funciones de las ministras, ¿a una le toca ser la de confianza, a la otra, ser la cara visible de las fastidiosas e “informativas” conferencias de prensa de un minuto y a esta última sólo ser la edecán de los programas de vacunas? o tal vez, —y es lo más probable— ¿únicamente es parte del show mediático y populista del Gobierno, que siempre trata de sacar partido de cada acción por muy pequeña que esta sea, adjudicándose el papel de proveedor magnánimo, paternal y generoso del pueblo nicaragüense, pero que todos sabemos, de acuerdo a la constitución de la república, es un deber del estado y un derecho de todos los nicaragüense por igual?

El calor era insoportable y muchos colegas se “hipertensaron” antes de recibir su dosis correspondiente de la vacuna. Afortunadamente, el personal de enfermería se esmeró en atender a los demandantes. La fila pasó con bastante agilidad después de recoger los datos de la cédula de identidad, en tres ocasiones distintas.

Los medios de comunicación afines al Gobierno hicieron su aparición para validar “el tremendo esfuerzo de nuestro Gobierno por llevar salud a nuestro pueblo, gracias al comandante y a la compañera”. Sin embargo, no observé ningún intento de politización en el personal de Salud que aplicaba la vacuna. Pero el asunto cambió cuando me tocó el turno de aplicación.

Banderas y globos en sala de vacunación

La sala de espera del Hospital Alemán Nicaragüense donde los médicos esperaban recibir la vacuna contra la covid-19 lucía con globos y letras rojinegras. Cortesía | Confidencial

Una bandera rojinegra “adornaba” el fondo del salón donde te aplicaban la vacuna. La enfermera amablemente me mostró el proceso de sacar el biológico del frasco y su administración. Sólo sentí una ligera sensación de peso en el brazo. Luego, pasé a un área de espera, de acuerdo con protocolos internacionales, donde permanecí por media hora en observación junto a otros colegas, para vigilancia de cualquier evento adverso. Una persona nos entregó un refresco en bolsa plástica con una repostería para la espera. Llegó el tiempo de salir y dichosamente nadie presentó eventualidades.

Al salir con mi certificado de vacuna, me vino nuevamente esta pregunta recurrente: ¿Cómo es posible que un Gobierno que se dice preocupado por el bienestar de su pueblo haya dejado como última prioridad la salud de los trabajadores sanitarios? Basados en conceptos universales de equidad y necesidad, la mayoría de los países del mundo han inmunizado a su personal de salud, sabiendo el enorme riesgo que corren al atender —de forma abnegada y desinteresada— a la población enferma por SARS-CoV-2 (COVID-19), aún a costa de sus propias vidas, en condiciones realmente deplorables, sin los medios apropiados de protección.

Sólo a un Gobierno insensible e insensato no le importan las muertes de 123 trabajadores de la salud, entre ellos 58 médicos (según último informe semanal del Observatorio Ciudadano) y hace la farsa y alardea de estar cumpliendo una meta que está lejos de alcanzarse. La tarjeta que me entregaron dice que mi cita para la segunda dosis de la Covishield es el próximo 7 de julio. Ojalá y para esa fecha no tenga que contar más muertes en las estadísticas independientes ya que en las oficiales del Ministerio de Salud ni siquiera existimos.


*Texto publicado por el doctor Carlos Quant en un post de Facebook.

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