20 de abril 2021
En las últimas semanas se ha producido una avalancha de hechos que provocan ruido, polvareda y confusión. Lo confuso del momento, más el foco excesivo en temas electorales, dejan al margen la perspectiva de conjunto y, sobre todo, las realidades directamente relacionadas con la vida de la gente. El desafío del análisis político es rescatar y establecer conexiones entre episodios aparentemente aislados, articular ángulos de visión y presentar lecturas sobre las tramas y dinámicas que subyacen por debajo del griterío y el tumulto. Aquí va un intento.
Vamos a enfocar seis hechos, aparentemente inconexos pero que en conjunto revelan el drama cotidiano, y a veces tragedias, que afronta la inmensa mayoría de las familias nicaragüenses.
Dramas y tragedias
Un niño es abandonado en territorio norteamericano, cerca de la frontera con México. Sus frases angustiadas, su rostro lloroso, su desamparo, llaman la atención de un guarda fronterizo, quien filma el encuentro. El video es recogido por grandes cadenas internacionales de información y se multiplica en las redes sociales. El niño, cuyo nombre es Wilton Gutiérrez, es nicaragüense; salió hace dos meses del municipio El Rama, con su madre, Meylin Obregón, y dos primos, rumbo a Estados Unidos. ¿Ustedes se imaginan las penurias que debió pasar esta joven madre, con tres menores? Están vivos de milagro.
Casi en paralelo a ese drama, afloró la tragedia. Después de haber desaparecido por dos semanas, la policía confirmó que la ciudadana nicaragüense Norma Saravia, originaria de Boaco, pereció por estrangulamiento cerca de la frontera con Costa Rica. Ella se dirigía a una ciudad del país vecino porque había encontrado trabajo en labores domésticas. Buscando la vida, encontró la muerte.
Naturalmente estos dos casos solamente son la punta del iceberg. Seguramente en este momento en que lee este escrito, centenares de compatriotas caminan por senderos hacia Costa Rica, Estados Unidos, Panamá, Honduras, El Salvador…Las rutas son múltiples para escapar de un régimen que cancela oportunidades y lleva al límite de la sobrevivencia a miles, sin distinguir edades, escolaridad, o condición económica o social.
Para que tengamos una idea de la gravedad del asunto: en la última encuesta publicada por la empresa CID GALLUP hay un dato pavoroso: El 62 por ciento de los consultados expresaron que, si pudieran, se marcharían del país. Seis de cada diez. Pero hay un dato más relevador: El 67% de las mujeres consultadas expresaron su disposición a dejar el país para buscar mejor vida. En efecto, diversas estadísticas muestran que ahora la migración nicaragüense tiene rostro de mujer.
Pero el dato más doloroso de la encuesta es que el 75% de los jóvenes entre 18 y 24 años -tres de cada cuatro-, si pudieran, se irían. Imaginen qué tragedia: el futuro dispuesto a escapar por veredas en las fronteras a causa de un régimen represivo, embustero e insensible frente a los agobios cotidianos de miles y miles de familias nicaragüenses.
Otros hilos, otras tramas
Ahora pasamos a la demanda que interpuso en contra del régimen la empresa norteamericana Riverside Coffee, a causa de los perjuicios que sufrieron por la invasión de sus propiedades por parte de seguidores orteguistas. Según informaron algunos medios de comunicación el monto reclamado supera los 500 millones de dólares, pero, más allá del monto y los pormenores, lo más grave es el mensaje que envía a sobre la falta de seguridad jurídica. En el mundo actual estas informaciones son registradas y divulgadas a inversionistas por empresas internacionales de riesgo. Ya sabemos que sin inversión no hay actividad económica y sin actividad económica no hay ni ingresos, ni trabajo. El reclamo se mide en dólares, pero también se puede medir en desempleo y falta de oportunidades de ingreso.
Al hecho anterior se suma la reciente noticia sobre la expropiación de la empresa guatemalteca de gas “Tomza”. Según un comunicado emitido por la empresa, el despojo se realizó de forma “silenciosa”. La información y la denuncia de los ejecutivos de la empresa circularon en varios medios de comunicación centroamericanos y agencias internacionales. El hecho socava los pregones de la propaganda del régimen y repercute negativamente sobre las expectativas de reanimación económica.
COVID y zonas francas
El siguiente hecho es el fallecimiento, a causa del COVID, de Paul Oquist, ministro de Ortega y uno de los funcionarios más cercanos al dictador. También falleció su esposa. El deceso de un funcionario de esta relevancia, visto en perspectiva, es síntoma claro de la gravedad de la amenaza que se cierne sobre la vida y salud de las familias nicaragüenses. El razonamiento es elemental: Si una persona con el nivel de protección y cuidados sucumbió frente a la pandemia, qué se puede deducir de la situación que atraviesan miles de familias en condiciones de vulnerabilidad extrema. Mientras el régimen se empeña en falsificar cifras con el propósito de proyectar una imagen de falsa normalidad y de fantasear con presuntos éxitos en sus políticas de salud, el peligro de contagio gravita sobre cada hogar, cada barrio, cada centro de trabajo, cada municipio.
Cerramos el repaso de hechos con los anuncios de cierre de dos empresas de las zonas francas. Una alegando que se interrumpió la cadena de suministros de insumos, y otra, aparentemente traslada sus actividades a otro país. El anuncio representa zozobra para los miles de trabajadores que irán a la calle, en un contexto en que no se avizoran nuevas fuentes de trabajo. Todavía es temprano para anticipar si otros cierres se producirán en el futuro, sin embargo, resulta claro que las menciones al CAFTA y nuevas sanciones norteamericanas son fuente de inestabilidad para los empresarios zonafranquistas.
¿Cómo podemos interpretar el impacto de estos hechos?
Primero, anotemos que son hechos que expresan la crisis económica y social que agobia a la inmensa mayoría de las familias nicaragüenses. Segundo, que estos dramas y tragedias desnudan el discurso hipócrita de los voceros del régimen. Tercero, que los mismos desaciertos y abusos de la dictadura agravan la crisis y alejan las posibles soluciones.
El factor común de esta trama de hechos, dramas y tragedias es un régimen que siembra incertidumbre, provoca tribulaciones y tritura esperanzas.