13 de abril 2021
Esas palabras definen dos comportamientos humamos opuestos. Son, en términos figurados, como dos conductas antípodas en las relaciones humanas y sociales.
Y, a pesar de la diferencia entre una conducta con hipocresía y otra con ingenuidad, en las actividades de la vida social y política, la hipocresía se expresa fingiendo humildad en el discurso, la declaración, el escrito y la conducta de un personaje.
Eso se delata, cuando la conducta social o política de una persona no se corresponde con lo que dice, porque está aparentando lo que no siente, y lo que no es. Sencillamente, es una actitud hipócrita.
No se puede negar la existencia de personas que de verdad son ingenuas (aunque no tienen que ser idiotas), muy crédulas, inocentes, cándidas, creyentes. Les falta malicia para descubrir la hipocresía a través de todo lo que leen y escuchan. En el caso de la política, no pueden descubrir los intereses de clases que se ocultan en el discurso oral o escrito. También por la falta de información veraz sobre los temas políticos, o porque simpatizan con el personaje político aun sabiendo de quién se trata.
Lo más inconveniente, es participar en la actividad política como si se tratara de una cuestión de fe. Lo ideal sería participar porque se tienen convicciones, es decir, estar convencido de que lo leído o lo escuchado en torno a un problema se corresponde con los hechos e intereses reales, por la experiencia y no por la creencia. Pero no ocurre siempre. Es difícil comprender que, en política, como en otros casos, es mejor utilizar el verbo pensar y no el verbo creer.
Pensar para interpretar las relaciones existentes entre las condiciones económicas, sociales y culturales en la vida de las mayorías del país, con los contenidos del discurso y los mensajes escritos políticos clasistas, con los cuales fue construido y es defendido el sistema político establecido.
Un ejemplo: pensemos bien en qué se parece la real situación nacional bajo la dictadura con el discurso hipócrita de los Ortega-Murillo, con el cual pregonan… la segunda etapa de la revolución sandinista que convirtió a Nicaragua en un país “cristiano, socialista y solidario”, y descubriremos su falsedad.
II
No se puede esconder que entre la oposición también hay demagogos que tratan de confundir con su discurso. Al finalizar la semana anterior, ciertos círculos políticos y religiosos fingieron escandalizarse por la circulación de una lista de pre candidatos a diputados de la Unidad Azul y Blanco.
Listas como esas, normales en tiempos preelectorales, han sido presentada como una traición, o un “pecado”. Esa visión, además de políticamente equivocada, es hipócrita, porque la política no es una religión ni la religión es un partido político.
La crítica violenta por unas listas con nombres de precandidatos, necesarias por si acaso hubiere elecciones libres, solo puede hacerla quien ve a los sectores populares como feligreses y no como los actores políticos que son y deberán serlo después de la derrota de la dictadura.
¿Acaso no es lógico que las precandidaturas salgan de entre las personas activas en la política, y no de las que desde la comodidad de sus casas “ven los toros de largo”?
III
Políticos de la oposición –como Noel Vidaurre, quien ya fue candidato presidencial conservador y ahora es precandidato—, se han dedicado a responsabilizar a los exsandinistas del MRS de haber cometido “delitos” en los ochenta, y alegando que dominan en la Unidad Nacional Azul y Blanco con el propósito de crear otra “dictadura”.
Con ese discurso se trata de crear desconfianza hacia el MRS para dividir aún más a la oposición, pues no presentan pruebas de quiénes cometieron los delitos en el pasado, pero omiten su historial de lucha contra la dictadura orteguista.
Si esta lucha contra la dictadura y por la democracia fuera entre vírgenes, los miembros de los partidos liberales y conservadores, o sus herederos, no podrían presentar constancia médica ni política de su virginidad.
Tampoco podrán esconder en nuestra historia, cómo los antecesores libero-conservadores se comportaron durante los años anteriores y posteriores a la independencia: cometiendo asesinatos, degüellos, ahorcamientos, atracos y matanzas por el poder político de un Estado nacional que nunca pudieron construir. Todavía, los nicaragüenses luchan y mueren buscando cómo hacer realidad un Estado nacional democrático.
Sus antepasados políticos –señor Vidaurre—, para ser directores de los ridículos “poderes supremos del Estado”, se hacían la guerra con sus ejércitos privados, reclutando a los trabajadores de sus haciendas para que se mataran con los trabajadores de las haciendas de sus rivales. Los mandaban a matar y morir por sus intereses, pero no les permitían votar en sus “elecciones”, por carecer de propiedades y porque no sabían leer.
Liberales y conservadores fueron culpables de las intervenciones armadas norteamericanas, con las que traicionaron a Nicaragua. Los tratados canales más lesivos de los siglos XX y XXI –sin meter los anteriores del Siglo XIX— son el Chamorro-Bryan y el Daniel Ortega con Wang Jing.
De la primera traición ningún conservador de hoy tiene la culpa. Entonces, ¿por qué este piensa que todos los sandinistas son culpables de la segunda traición? ¡Los actuales conservadores no habían nacido en 1914, y los ex sandinistas del MRS ya estaban en la oposición en el 2013!
IV
Volviendo al asunto de las listas, en verdad, no es para escandalizarse. Asegurar que eso tiene la intención de actuar a espaldas de la población, es otra hipocresía, porque cualquier político sabe que la práctica democrática no anula la privacidad en algunos aspectos de la estrategia de las entidades políticas.
Es más importante hablar de la infiltración en las organizaciones sociales y los partidos políticos, pero eso lo callan, siendo la causa de la publicación de las listas, como seguramente lo es también de la información secreta que el gobierno recibe de sus infiltrados.
Esa penetración subrepticia de los adversarios en organizaciones y partidos de oposición, es una práctica de antigua data en el mundo. Fingir asombro por ello, lo reitero, es hipocresía. Ingenuos son quienes piensan que no existe la infiltración, que no causa daños o que no se puede combatir.
La infiltración en el Frente Sandinista la practicó la CIA, y este infiltró gente en la Contra y en la Unión Opositora. Infiltrados por el somocismo fueron los partidos Socialista, Conservador, Socialcristiano y todos cuantos a esa dictadura le interesaba conocer de sus actividades para destruir sus planes, o a los propios partidos.
Sin embargo, con represiones, crímenes e infiltraciones, esa dictadura fue derrotada. Esto no significa que la infiltración no causara daños, retrasos, confusiones y divisiones, por lo que, ante las infiltraciones se antepone la vigilancia y la inteligencia política.
V
¿Será sincero asombrarse por la posibilidad de que la dictadura orteguista tenga infiltrados en la Alianza Cívica-CxL y la Coalición Nacional y los otros organismos que las integran? No, porque sería una hipocresía más; tal vez una ingenuidad, aunque quién sabe.
Lo honesto es, además de alertarse, preocuparse, y con malicia política, inteligencia, sin ingenuidad, tratar de detectar a los infiltrados sin que parezca una cacería de brujas, porque esto, sería facilitarles los objetivos divisionistas y destructivos a los infiltrados.
Además, actuar convencidos de que la lucha es justa y nada ni nadie la podrá detener. Esto lo correcto. Lo que se piense y se diga hipócritamente en torno a estas infiltraciones, también permite descubrir la mala intención de causar pánico, lo que crearía más obstáculos a la unidad en la acción contra la dictadura.
Al margen de estas cuartillas
*Hay líderes de partidos a quienes les parece vergonzoso reconocer que alguna vez sufrieron la infiltración del somocismo o del orteguismo…
*El que fue mi partido, el Socialista Nicaragüense, sufrió infiltración en varios momentos de su historia…
*La que mayor daño le causó, fue poco después de su fundación (1945). El entonces coronel Anastasio Somoza, infiltró a Tulio Tablada, dirigente del Sindicato de Empleados de Comercio, en el PSN de Managua…
*El partido había convocado a su congreso en secreto, pero no para Tulio Tablada ni para Somoza. Resultado: todos los delegados, y militantes del resto del país (casi 300) terminaron juntos en la cárcel…
*De eso se alegró cierto sector de la oposición. Ese partido sobrevivió, pero con mucha dificultad, en malas condiciones y con dolorosas experiencias personales y políticas…
*Características del infiltrado: además de meter las narices y poner la oreja en todo, finge ser el más arriesgado, el mejor en todo y el más valiente para provocar al “enemigo”, porque sabe que no le pasará… sino a los otros.
¡Ojo, pues, con la infiltración!