24 de marzo 2021
En la lucha por generar opinión pública en Nicaragua hay una verdadera pelea en las redes sociales entre cuentas reales y falsas, bots buenos y maliciosos. Hay quienes entran a las redes a colocar su idea y se van, pero hay quienes entran a tomarse la plaza, hasta las últimas consecuencias con la pretensión de obligar a otros a pensar como ellos. Es una lucha subterránea, no visible públicamente. Es ruda.
Y es antiética porque en las redes hay mucha gente que arriesga su pellejo dando la cara: son cuentas reales que emiten su comentario y se hacen responsables de sus ideas con su nombre y apellidos. Pero quienes recurren al uso de cuentas falsas y bots se esconden impunemente aprovechándose del anonimato y así con formas agresivas muestran un desacuerdo o –gravísimo- amenazan de muerte.
Un caso: las divertidas
Hay una cuenta en Facebook que se va divirtiendo por todas las publicaciones que hace la página de la Articulación de Movimientos Sociales (AMS). Hay otra que se divierte cada día en la página de Ciudadanos por la Libertad. No se enfadan, no les gusta, no se entristecen. Solo colocan el emoticón de “Me divierte”. Son cuentas falsas, disciplinadas porque se ve que trabajan para hacerlo cada día.
Les seguimos la pista: fuimos a su perfil y encontramos las típicas maneras para crear cuentas falsas, además vimos que la primera tiene 801 fotos subidas desde el teléfono móvil y todas se refieren a memes (no políticos), equipos de fútbol, frases inspiracionales que usan para atraer seguidores. La otra cuenta tiene fotos de Chocolatito, Carlos Fonseca, Daniel Ortega, en sus “Me Gusta” todos son hacia cuentas institucionales del Gobierno.
Las cuentas falsas en las redes sociales son fácilmente distinguibles: En Twitter, para el usuario usan fotos de flores, animales, carteles políticos, bebés, jóvenes modelos, actrices conocidas. En Facebook, en la pestaña de “información” no reportan nada. Tampoco hay fotos de ellos o ellas mismas, ni con su familia; no revelan estudios, ni trabajo.
Los bots orteguistas
Desde abril del 2018 y durante todo un año las redes sociales fueron un auténtico campo de batalla por contar la verdad de la matanza, unos y otros, por desmentirla. En el ciberespacio se cruzaron videos en donde se miraban jóvenes agonizantes, policías disparando a universitarios, marchas multitudinarias y madres destrozadas por el dolor cuando abrazaban el cadáver de su hijo. También, desde el lado de los simpatizantes del régimen luchaban por hacerse oír para desmentir y explicar que todo era mentira, que su líder era imbatible y generoso.
La aparición de las cuentas orteguistas dio lugar a la leyenda urbana de la existencia de un grupo organizado de simpatizantes del régimen que operaban desde Telcor –en una sala con 100 ordenadores disponibles para tal fin, se dice- emitiendo propaganda del régimen por medio de cuentas falsas. No tenemos registro de su existencia, pero sí de otra actividad: el partido FSLN está organizado dentro de las instituciones del Estado y cada cierto tiempo los miembros más jóvenes son convocados para acudir a “reforzar el trabajo de las redes sociales”. Son llevados en camionetas a un sitio y la organización partidaria dentro de las instituciones se va turnando para enviar transporte y comidas para quienes están en la labor.
El FSLN es un partido político y por lo tanto emite propaganda política. Pero ¿y si estaría usando cuentas falsas y bots para simular tráfico, colocar hashtags y hacerlos repetitivos para convertirlos en trending topics?
Le seguimos la pista a las cuentas con perfil orteguista en Twitter, que son connotados y reconocidos en su propio ámbito político, para conocer el grado de automatización que tienen, es decir, conocer si son cuentas administradas para simular que hay gran actividad en la zona rojinegra del ciberespacio, o si son reales.
Para reconocer si una cuenta es real o falsa recurrimos a la herramienta Botometer, una de las más recomendadas por su precisión para saber si son bots, o no. Botometer es “un proyecto conjunto del Observatorio de Redes Sociales (OSoMe) y el Network Science Institute (IUNI) de la Universidad de Indiana”.
Y también la aplicamos con una selección de cuentas reconocidas del universo Azul y Blanco y a algunos periodistas destacados. Así comparamos. Esto arrojó la investigación:
La medición de Botometer --más cercano a cero es no automatizada y más cercano a 5 es bastante automatizada-- demuestra que las grandes cuentas orteguistas –con mayor número de seguidores- tienen un alto grado de automatización, es decir, hacen uso del contenido programado para conseguir inflar la emisión de su contenido. Pero un seguimiento hacia los perfiles de esas cuentas durante dos años demostró que sus dueños son reales, les hemos visto aparecer en eventos y programas de televisión con su propio rostro y nombres y defender sus cuentas.
La medición también demostró que las cuentas simpatizantes con la causa Azul y Blanco que seleccionamos no tienen grado de automatización, lo que significa que hay un usuario real emitiendo contenido de manera espontánea, no programada.
Cualquier usuario en las redes sociales puede hacer uso de las herramientas para automatizar contenidos, tales como: Tweetdeck o Hootsuite. En las agencias de marketing y publicidad hay un uso frecuente de estas herramientas y las usan para los mismos fines: simular tráfico y crear contenido frecuente para las empresas que pagan por ese servicio.
Los bots buenos y los malos
En la Internet existen bots buenos y los maliciosos. Un bot “es un programa informático que efectúa tareas reiterativas mediante Internet a través de una cadena de comandos o funciones autónomas previas para asignar un rol establecido”, dice Wikipedia que precisamente es un bot bueno pues realiza tareas de edición, corrige ortografía, detecta imprecisiones, valida los links.
Un banco o una tienda de ropa utilizan bots para “hablar” con sus clientes. Otro bot bueno es el de SciHub de Telegram que envía en formato PDF los documentos (papers) académicos, especialmente cuando en sitios privados no te dejan usarlos.
Otra cosa es cuando un bot intenta simular tráfico hacia una web y en las redes sociales cuando los usan para aumentar el número de seguidores de manera artificial, colocar hashtags, e influir en la conversación digital a conveniencia, casi siempre manipulándola negativamente. Twitter y Facebook anuncian cada cierto tiempo la eliminación de miles de cuentas relacionadas a la teoría conspirativa de Qanon, que apoyó al expresidente Trump.
¿Y en Nicaragua?
Con la aparición de las precandidaturas en las redes sociales del país se han exacerbado los ánimos políticos provocando la agrupación de usuarios en nodos muy definidos a favor y en contra de los respectivos personajes que aspiran al liderazgo. Algunos usuarios tienen más éxito que otros creando contenido en sus redes sociales y esto molesta bastante a quienes no consiguen ver su voz reconocida en las redes.
Está presentándose un comportamiento de modo egoísta a la hora de dar “Me Gustas” entre quienes antes eran amistades pero que ahora se han descubierto como adversarios, según sus simpatías por los candidatos y la candidata. Ahora ni a la foto del perrito, ni por el bautizo del hijo le llegan a dar “Me encantas”.
Ese modo económico de interacción –tanto valés a mi favor, tanto pago con mis “Me Gustas”- es el reflejo de la cultura política de “estás conmigo o contra mí”, que poco ayuda a la tolerancia de las ideas. Así es como está emergiendo la lucha por dominar el espacio de la opinión pública, como si no fuera suficiente con la lucha subterránea de las cuentas falsas y los bots.