22 de marzo 2021
Las comunidades indígenas de la Costa Caribe Norte de Nicaragua todavía no le sacan provecho a la madera caída que dejaron los huracanes Eta y Iota tras su paso por sus zonas el 3 de noviembre de 2020. Sumado a eso, sus condiciones siguen siendo precarias y entre más tiempo pasa, más necesidades enfrentan.
El Instituto Nacional Forestal (Inafor) aprobó un decreto administrativo para el aprovechamiento de la madera caída, en medio de preocupaciones de sectores indígenas que ven en ello una intención de favorecer a las empresas madereras afines al régimen de Daniel Ortega que se encuentran en las zonas afectadas.
“Lo que estamos viendo es que el gobierno y sus socios lo que están pretendiendo es comercializar madera aprovechando la situación y no tanto para ayudar a las comunidades a reconstruir sus viviendas. Están metiendo, en el caso de la desembocadura de Karawala y sus alrededores, cinco máquinas para aserrar madera con fines comerciales y no con fines humanitarios”, explicó a CONFIDENCIAL Rendel Hebbert, Miembro de la Alianza de Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de Nicaragua.
De hecho, desde que el Inafor aprobó la resolución CODF 54-2020 el 20 de noviembre pasado, los ambientalistas y sectores indígenas dudaron de que la intención fuera beneficiar a los comunitarios.
Las razones se encontraban en el mismo documento que establecía como requisitos “designación, aceptación y acreditación del Regente Forestal”. La elaboración de una carta de solicitud por escrito, es un reto para las comunidades indígenas que no reciben educación básica, además, copia de cédula, “georreferenciación del área de intervención”, para lo cual se necesitan equipos técnicos.
Adicionalmente, basados en los requisitos establecidos en el documento y en los precios oficiales publicados por la Asamblea Nacional, cada comunitario necesitaría al menos 132.37 dólares para poder aprovechar esa madera caída.
“Lo que quieren es vender la madera al mejor postor para ellos enriquecerse, porque eso es lo que han hecho toda la vida, desde los años 80. Sacar la madera, poniendo en peligro la existencia y subsistencia de las familias”, señaló Hebbert.
Los comunitarios dicen que sí algunas personas, con recursos disponibles, han logrado aprovechar las maderas caídas y madera en pie para poder reconstruir sus viviendas afectadas por los huracanes, pero estos casos son muy pocos.
Según los cálculos del régimen de Ortega, 5800 viviendas quedaron destruidas por los huracanes, y 38 000 adicionales sufrieron daños parciales que requieren de reparaciones en las zonas afectadas.
Faltan recursos económicos
Por otro lado, no solo los excesivos requisitos impuestos por el régimen han hecho dura la tarea de reconstrucción para los lugareños. Gustavo Lino, presidente del Gobierno territorial Mayangna Sauni As, se quejó de la falta de recursos para poder movilizar la madera.
“Actualmente, no hay nada prácticamente porque nosotros tenemos personal, calificado, profesionales para el levantamiento del inventario, pero todo movimiento requiere recursos económicos para un plan de manejo forestal. Es cierto que se cayeron los árboles, pero requiere de asesoría técnica para el aprovechamiento de las maderas caídas”, dijo Lino.
La mayor preocupación del presidente del gobierno territorial, es que el tiempo está pasando y que la madera se pudriría eventualmente, aunque agrega que todavía están a tiempo de poder aprovecharla. “Primero hay que implementar la forma en que vamos a trabajar para luego buscar los permisos. Tenemos que levantar la información exacta de cuántos, qué tipo, cómo se va a hacer”, agregó Lino.
Ayuda humanitaria a zonas impactadas por huracanes
Cuatro meses después del impacto de los huracanes Eta y Iota, las condiciones de los pobladores en las zonas afectadas sigue siendo crítica. Este mes, la Organización de Naciones Unidas informó que al menos 1.8 millones de personas, entre estas, 720 000 niños y niñas se encuentran necesitando ayuda humanitaria, “especialmente las comunidades indígenas”, destaca una nota de prensa.
La preocupación del organismo es porque muchas de estas comunidades no tienen acceso al agua potable y por ahora sobreviven recolectando agua de lluvia para poder asearse o beber. “La temporada seca está llegando, por lo que es muy urgente acelerar los trabajos para mejorar el acceso a agua potable, alimentos, educación, salud y medios de subsistencia en todo el país, especialmente en las zonas más remotas”, se lee en la misma nota de prensa.