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Cindy Regidor comparte su perspectiva sobre las mujeres y la democracia en Nicaragua, un tema necesario
Cindy Regidor comparte su perspectiva sobre las mujeres y la democracia en Nicaragua, un tema necesario.
Este lunes 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. En Nicaragua las altas cifras de femicidios, violaciones, abusos sexuales, violencia doméstica, expresiones sexistas y la falta de derechos de las mujeres hacen que la fecha sea una oportunidad para señalar las opresiones que vivimos.
En nuestro país, ademas, existe un estado policial impuesto por un régimen autoritario que impide todo tipo de manifestación ciudadana que exprese cualquier tipo de descontento.
Pero la demanda de la ciudadanía nicaragüense por democracia y libertad persiste. Una demanda a la que se suman las mujeres, porque sin democracia no es posible alcanzar la igualdad de género y la reivindicación de nuestros derechos.
Existen estudios que han observado que las democracias electorales logran un mejor desempeño que los estados autoritarios en la adopción de políticas de igualdad.
Las mujeres en Nicaragua queremos democracia para poder marchar y protestar en libertad. Queremos democracia para exigir igualdad en una sociedad comprometida con el respeto de los derechos humanos, con la paz verdadera, con el Estado de derecho, y la transparencia.
Para tener autoridades fiscalizadas que registren la violencia hacia la mujer y que no maquillen ni oculten los datos, solo para no perjudicar la imagen internacional del gobierno. Para tener un sistema judicial confiable que acabe con la impunidad de femicidas y abusadores de mujeres.
Queremos democracia para exigir que se nos trate como personas autónomas, políticas, con discursos y decisiones propias, y no como fichas con las que un Gobierno se jacte de una supuesta paridad de género. Para ejercer el poder en igualdad de condiciones con los hombres, regidas por el deseo de construir una sociedad más justa y no bajo proyectos políticos verticales que solo buscan concentrar más poder para mantener el statu quo.
Queremos democracia para construir instituciones sólidas que se preocupen por las poblaciones más vulnerables, que respondan a nuestras demandas y ejecuten políticas eficaces y correctivas. Queremos democracia para exigir los derechos que históricamente se nos han negado por el hecho de ser mujeres. Queremos ejercer el voto que lograron las valientes mujeres que enfrentaron al sistema para que se les reconociera como ciudadanas. Queremos ejercerlo en autonomía y sin miedo. Queremos que nuestros votos cuenten.
Es lo que quiere la mayoría de nicaragüenses. La lucha de las mujeres ha sido por igualdad y por libertad, por la construcción de un sistema más justo para todos y todas. Eso es la esencia de la democracia. Por eso, si no se toma en cuenta a las mujeres y sus visiones, no habrá democracia en Nicaragua.
Quienes hoy claman por democracia deben entenderlo e interiorizarlo, cuestionar sus discursos y prácticas, y tomar los ejemplos de mujeres nicaragüenses que a lo largo de la historia nos han dado lecciones sobre coherencia, ética, determinación y valentía. La igualdad de género es fundamental para la democracia.
Democracia no es solo derechos civiles, participación en elecciones, y rendición de cuentas, sino la participación activa de toda la población. Una democracia sin mujeres será entonces una democracia incompleta.
Nicaragua se merece una democracia sólida y con los rostros de todas las personas, que quieren un país en donde quepamos y nos respetemos entre sí.
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