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Creo en “Chocolate” y espero que gane

Él y yo vamos a votar en casillas diferentes, pero seguiré ovacionando sus demostraciones en el cuadrilátero

Pelea entre Román “Chocolatito” González y Julio Francisco "El Gallo" Estrada, en 2012. // Foto: Confidencial | Archivo | Agencias

Edgar Tijerino

12 de marzo 2021

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Continúo admirando a ese gran peleador que sigue siendo Román “Chocolatito” González. Su brillantez entre las cuerdas, lo ha convertido en un producto poco común en la industria del boxeo, una verdadera joya sacada de los escaparates de Tiffanys. Tiene 33 años y medio, una edad en que la madurez se agrega a su variado repertorio, para asegurarle un manejo más apropiado de los recursos, una correcta dosificación del desgaste, y enjaular temores.

“El Gallo” Estrada será en todo instante un rival de exigencia mayúscula, como Frazier para Alí, Hearns para Leonard, y Rosendo para “Finito”, en consecuencia es fácil darle forma en nuestra imaginación a una pelea brava, saca chispas, cruje huesos, sin tregua. Y entre el oleaje de intrigas provocado por los casi nueve años que se ha estirado esta revancha -tiempo récord-, espero que gane Román, a quien vi perder estrechamente en el 2012, frente a un Estrada sorprendente que superó todas las expectativas.

No sé cuántas veces ha visto Román el video de aquel combate, pero debe preguntarse ¿por qué cedió la iniciativa tan resignada e inexplicablemente en los dos primeros asaltos? Eso, que no volverá a ocurrir, le permitió a Estrada tomar confianza para agredir y fabricar ciertas complicaciones. Abrir perdiendo 0-2 una pelea a 12 asaltos, es incómodo, y Román tardó un poco más en establecerse y tomar las riendas, dominando toda la parte media, resistiendo embestidas, contragolpeando, sacándole provecho a su derecha de largo pero efectivo trazado.

Para la mayoría, incluyendo los tres jueces, su victoria no admitió objeciones, desvaneciendo discusiones. En las puertas de una revancha con canas y barba, programada para el sábado, los analistas consideran que se encuentran frente a otro Román y otro “Gallo”, más evolucionados naturalmente, pero más previsibles por el conocimiento que han estado adquiriendo el uno del otro.


Dos bravuconadas de “El Gallo” no puedo tomarlas en serio: 1.-“Voy a enfocarme en noquearlo”, y 2.-“Román puede tirar mil golpes, pero ¿cuántos acertará?”. Concentrarse en buscar el nocáut contra un púgil que golpea muy bien en corto y se siente como Dalí con el pincel en la media distancia, empujando con su izquierda y manteniendo su derecha amartillada mientras avanza para combinaciones dañinas, equivale a meterse voluntariamente en zona de riesgo. ¿Cuántas veces fue hacia atrás Estrada saliendo de su intento de sostenerse en el centro del ring? Si decide meterse en la boca del lobo, el peligro será inminente para el azteca…En la otra advertencia, el porcentaje de acierto que registra Román respecto a la cantidad de disparos en cualquiera de sus combates, es elevado. El pinolero es de los más precisos tanto con sus golpes rectos como en su bombardeo al cuerpo. Estrada trata de engañarse a si mismo hablando de mil disparos inútiles. Agreguemos la resistente quijada del nicaragüense y su determinación para imponer un ritmo violento y sostenido. Un factor decisivo.

Esperamos lo mejor de “El Gallo”. Su tránsito zigzagueando dificultades en las peleas con Carlos Cuadras y Rungvisai, le ha facilitado crecimiento. Es más boxeador que en 2012, pero también lo es Román más allá del peleador desarmado que vimos en la amarga y dolorosa revancha con Rungvisai. Sus facultades no han sido carcomidas. La impresión que produjo frente a Yafai, fue altamente favorable. “Chocolate” está de regreso, escribieron los entendidos, celebrando la restauración del pinolero, como la del David de Miguel Ángel. Se apunta que “El Gallo” tiene piernas más rápidas y mayor poder. Sin embargo, quien mejor mueve sus piernas hacia posiciones requeridas para establecer distancia y aplicar descargas, es Román. No necesita de excesivas revoluciones por minuto, sino de exactitud en su ubicación. Creo en Román porque sigue siendo el gran peleador que hemos visto nacer, crecer y desarrollarse, desprovisto -excepto una noche- de temores e inhibiciones, suelto, flexible, agobiante, capaz de terminar una pelea en cualquier instante.

Hay quienes quieren verlo perder por su inclinación hacia un mal gobierno que la mayoría del pueblo rechaza y espera sea cambiado, pero incluso regímenes brutales, han tenido seguidores de gran preparación académica. Uno no se lo explica, pero ha ocurrido en Alemania, España, Italia, Argentina, Chile y tantos otros sitios, entre ellos Cuba, una mancha gigantesca en el mapa de las libertades. No espero encontrar al “Chocolatito” en una marcha de protesta, si es que se abre espacio para volver a las calles antes del 7 de noviembre. No está con nosotros, pero no por eso puedo subestimarlo y peor aún despreciarlo, negándole reconocimiento a los destellos que produce con su boxeo porque sería quitarle su derecho a pensar diferente. Que se sienta comprometido, es decisión de la cual es dueño. Por eso se está batallando, no por forzar una coincidencia plena de inclinaciones. El y yo vamos a votar en casillas diferentes, pero seguiré ovacionando sus demostraciones en el cuadrilátero.

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Edgar Tijerino

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