13 de febrero 2021
A un año de la pandemia de covid-19, el SARS-CoV- 2 desarrolló tres variantes del coronavirus que preocupan a la comunidad científica. La primera fue identificada en Reino Unido, la segunda en Sudáfrica y la tercera en Brasil. Varias de estas ya han sido reportadas en al menos 20 países del continente americano. Y aunque en Nicaragua podría haber alguna de estas variantes, no hay ninguna evidencia de que se esté investigando.
“Que yo sepa en Nicaragua no hay un secuenciador para identificar si tenemos o no variantes y, en general, lo que hace es que se recurre a otros países que colaboran con el país. (Por lo tanto) la única forma de saber si hay mutaciones es que el Ministerio de Salud tome muestras aleatorias a personas positivas y las envíe”, explica el doctor Carlos Quant.
En opinión del epidemiólogo, Leonel Argüello, en Nicaragua hay recursos humanos y de equipos que ayudarían a identificar estas variantes; sin embargo hace falta voluntad política. “Primero hay que hacer lo básico, que son las pruebas PCR y las pruebas rápidas, pero las primeras solo el Minsa las hace y las segundas están prohibidas”, señala.
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De la región, Nicaragua es el único país que centralizó las pruebas PCR y que no ha brindado los resultados de los test que ha aplicado, a pesar de las demandas del gremio médico y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Asimismo, ha limitado el acceso a las mismas y a los pacientes que han logrado hacerle las pruebas les ha ocultado los resultados, pues muchos son clasificados como “casos indeterminados”.
Esta falta de información científica afecta el manejo que se le ha dado a la pandemia en Nicaragua. Según explicó la directora de la OPS, Carissa F. Etienne, en la conferencia de prensa de esta semana, “la respuesta a la pandemia debe ser guiada por datos clínicos y no por especulación”, reiteró.
Minsa ni siquiera informa sobre variantes en otros virus
De acuerdo a compromisos internacionales, las autoridades sanitarias deben mantener vigilancia epidemiológica y de laboratorio. Sin embargo, mucha de esta información no se comparte ni con la población ni con los médicos. Incluso, desde mayo de 2020, el Ministerio de Salud suspendió, sin explicación, la publicación de los boletines epidemiológicos y desde entonces es la vicepresidenta, Rosario Murillo, quien lee cada lunes algunos datos sobre el comportamiento de las epidemias. Cifras, que según opiniones médicas, no permiten llevar un seguimiento preciso de las enfermedades.
“En Nicaragua se sabe que un virus circula, pero esa es una información que no se la pasan al médico, lo cual es vital para que uno pueda saber qué es lo que está circulando en la persona”, lamenta Argüello, quien es miembro del Comité Científico Multidisciplinario.
El surgimiento de las tres variantes del coronavirus SAR-Cov-2 es una característica esperada en la comunidad científica, pues mientras más se disemina un virus es más probable que surjan mutaciones. Hasta el momento, estas variantes se diferencian de la cepa original en que son más contagiosas. Es decir, que el paciente infectado desarrolla los mismos síntomas y complicaciones.
Sin embargo, de no frenar los contagios de estas variantes , los casos graves y muertes aumentarán porque aumenta el nivel de exposición al coronavirus.
“Lo que dicen los expertos es que si se incrementa en un 50% la posibilidad de contagio, eso significa que vas a tener, quizás, en formas graves de un 50% más de casos y en algunos países podría provocar la saturación de los hospitales”, explica el doctor Quant.
Por ejemplo, dice el doctor Argüello, la variante original puede transmitirse de tres a cuatro personas, en su vida cotidiana; mientras, la otra variante tiene la capacidad de infectar a seis u ocho personas en ese mismo contexto.
Variantes deben vigilarse para identificar cambios
Según explicó la doctora Etienne de la OPS, por este incremento de transmisibilidad del virus, es que “la respuesta a las variantes de interés exigen información generalizada, de manera que con la información nueva se pueda identificar con rapidez y las respuestas puedan adaptarse”.
Ante esta preocupación, la Red Regional de Vigilancia Genómica de la OPS aumentó en un 50% la capacidad para secuenciar muestras virales desde 2021. Esto significa que al menos 11 países de la región pueden secuenciar muestras víricas para detectar la presencia de variantes. Sin embargo, no detallaron cuáles son esos países.
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Asimismo, señala Argüello, uno de los peligros que surgen con la llegada de estas variantes es que el virus siga mutando y ponga en peligro la vacuna. Como ocurrió esta semana en Sudáfrica, un estudio demostró que la eficacia de la vacuna AstraZeneca es “limitada” ante la variante surgida en este país. Esto llevó a que se suspendiera la inmunización con esta vacuna.
“Las vacunas que fueron aprobadas por Nicaragua (Sputnik V y Covished) hasta ahora sabemos que sí funcionan, pero todo va a depender de las medidas de prevención. La vacuna no es la única solución, debe acompañarse de las medidas de prevención”, enfatiza el epidemiólogo.
En caso de identificar alguna de las variantes en Nicaragua, explica Quant, los protocolos deberían de cambiar. Es decir, que se debería ser más exigente con las medidas de protección. Sin embargo, a casi un año de la pandemia, “en Nicaragua se está manejando la epidemia de forma inadecuada, pues no se hace seguimiento, trazabilidad, determinación de poblaciones, brotes, medidas de aislamiento en áreas donde hay brote, no se sabe nada”, dice.
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