8 de febrero 2021
Néstor Avendaño, el economista y presidente de Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copades), no comparte el optimismo oficial del ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta, que pronostica que la economía nicaragüense crecerá más del 2% en el presente año electoral. Su pronóstico es un decrecimiento de -1.1%, que sería el cuarto año consecutivo de recesión, de hecho, dice Avendaño “ya estamos en depresión”.
De forma coincidente, diversos organismos nacionales e internacionales prevén que el comportamiento del producto interno bruto (PIB), estará más cercano al cero: desde el -1.0% que pronostica el Banco Mundial (BM), hasta el 1.0% de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).
El Fondo Monetario Internacional (FMI) por su parte, lo sitúa en un poco más allá del -0.7% mientras Copades avizora que será de -1.1%, considerando varias grandes variables, entre ellas la inversión extranjera y el consumo interno.
Ese pronóstico de -1.1% para el año 2021, está fuertemente condicionado por la incertidumbre inversionista, y por el hecho que unos 200 000 puestos de trabajo del sector formal han sido destruidos en tres años. “Decir que vamos a recuperar el crecimiento vía consumo no es cierto, porque los salarios son tremendamente bajos, así que no podrían reactivar la demanda interna”, y menos aún mientras no se resuelva el problema que supone la epidemia de covid-19, detalló.
Si bien la falta de inversión privada incide en el crecimiento, ese no es el caso de la inversión pública, que cuenta con recursos externos, “gracias a las contrataciones de nuevos préstamos con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), pero eso no es suficiente para impulsar el desarrollo económico”, consideró el experto.
Avendaño calcula que el país ha retrocedido alrededor de ocho años en materia de ingreso per cápita, y mencionó que “mis colegas que trabajan en el Gobierno dicen que el año pasado fue esplendoroso porque aumentó el valor de las exportaciones, pero si aumentó fue por los mayores precios, porque el volumen de las exportaciones se vino a pique”, precisó.
“Toda la demanda –tanto externa como interna- ha estado cayendo, y no veo posibilidades de crecimiento, aunque los 444 millones de dólares que recibieron en diciembre del 2020, y los 80 millones en enero, de parte del Banco Mundial (BM), están facilitando el incremento del gasto público”, añadió.
Seguimos en recesión económica… ¿qué van a celebrar?
Néstor Avendaño vaticina que, a pesar que la lluvia de millones que entraron a las arcas del Estado en diciembre del 2020 aliviarán la presión fiscal, el país seguirá en recesión, después que al cerrar el año pasado con una tasa de crecimiento negativo, haya razones para asegurar que estamos en depresión económica.
Explica que esto es resultado de tres años de caídas consecutivas del PIB, recordando que en el tercer trimestre del 2018, se estableció técnicamente la recesión económica en Nicaragua, y cómo, mientras no se resuelvan esas confrontaciones, seguiremos viendo cómo se profundiza la recesión.
En el 2001 y el 2006 –ambos años electorales- muchos ahorrantes e inversionistas de alto nivel, sacaron su dinero del país, ante el temor de que Daniel Ortega alcanzara la presidencia de la República… hasta que sucedió.
Aunque tal cosa no parece estar ocurriendo en este momento –básicamente, porque todavía faltan casi nueve meses para las elecciones- Néstor Avendaño está más preocupado por los efectos que la reforma a la Ley de Defensa de los Consumidores, puede tener sobre la banca nicaragüense y, por extensión, sobre todo el conjunto de la economía nacional.
El proceso electoral “puede tener impacto, y me preocupa, porque si la empresa no funciona, hay que cerrarla. Si no hay demanda, no se coloca créditos. El principal papel de un banquero es proteger los recursos de los depositantes, y con base en la incertidumbre política y económica, sencillamente no dan crédito, o no expanden el crédito… o lo otorgan muy tímidamente”, refirió.
Avendaño recuerda que cuando el riesgo aumenta, suben las tasas de interés. Todo ese panorama le lleva a prever que la banca seguirá cayendo este año. De hecho, ese sector fue el segundo con mayor caída el año pasado, solo superado, en la actividad de servicios, por hoteles y restaurantes.
“¿Cómo facilitar que la banca coadyuve a la normalización política? No es una decisión exclusiva de los banqueros. Es una decisión compartida entre autoridades gubernamentales y los banqueros, con la aclaración de las reglas del juego”, aseguró.
“Con la predisposición económica que observo este año, será muy difícil remontar lo que hemos caído. Gane quien gane estas elecciones, no creo que haya predisposición para crecer rápidamente. Tenemos que volver a ganarnos la confianza de los inversionistas extranjeros, las instituciones financieras internacionales, y hasta de los gobiernos que han criticado la gestión política de nuestro país”, concluyó.