1 de febrero 2021
Este año, el regreso a clases ha significado un doble estrés para los padres de familia: el de todos los años, que es causado por el desembolso de miles de córdobas para comprar los uniformes y los útiles escolares de los hijos, más el temor de que las sobrepobladas aulas de muchos colegios de Nicaragua, se conviertan en una fuente de contagios de covid-19.
Después de que los contagios de covid-19 disminuyeron de agosto a principios de diciembre de 2020, de finales de ese mes a enero de 2021, se ha visto un repunte en la tasa de contagios de la enfermedad que tiene en jaque al mundo, por lo que los expertos en Salud redoblan sus advertencias, para indicar a la población que el peligro no ha pasado, y que sigan aplicando las medidas de bioseguridad.
El Gobierno no escuchó a los científicos.
“El Ministerio de Educación (Mined) programó el inicio del curso escolar 2021 para el lunes primero de febrero, orientando que las clases sean presenciales. Eso implica un riesgo real y muy delicado, para alumnos, personal docente, administrativo y de servicio”, determina la profesora Lesbia Rodríguez, secretaria general de la Unidad Sindical Magisterial (USM).
Las alertas del salubrista Carlos Hernández, respaldan la opinión de la educadora.
El experto compara que, aunque el Ministerio de Salud (Minsa) reporta la ocurrencia promedio semanal de 50 contagios y un fallecido, en las últimas ocho semanas, en el Comité Científico Multidisciplinario, del que él forma parte, los análisis muestran “un ascenso serio de los casos y de las muertes por neumonía, que no era posible atribuir a otra cosa que al covid”.
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A juicio de la educadora, si el Gobierno tomó la decisión de que las clases fueran presenciales, “está obligado a dotar a todos los centros públicos de mascarillas, alcohol en gel, jabón, etc.”, para proteger a toda la comunidad educativa, tanto en los centros escolares urbanos como rurales”.
Además de la carencia de este tipo de recursos, los expertos hacen notar que algunas escuelas públicas ni siquiera tienen agua suficiente para garantizar que los niños se lavarán las manos tantas veces como sea necesario, para evitar los contagios, advierte Melba Castillo, doctora en educación.
La profesora Rodríguez agrega que les “han informado que las escuelas del área rural, todavía no están acondicionadas para recibir al estudiantado”.
“Los padres de familia han expresado su preocupación por el regreso de sus hijos a los centros educativos, dadas las alarmantes noticias de que este año será de más riesgo. De igual forma, su economía se verá más afectada, porque tendrán que comprar todo lo que necesiten para salvaguardar la vida de sus hijos”, reconoce.
Creando conciencia
La advertencia de los expertos coincide plenamente con la conciencia de los padres que entienden el riesgo que entraña enviar a sus hijos a clase en estas circunstancias, por lo que están haciendo un gasto adicional para dotarlos de los implementos que les ayuden a preservar su salud.
María Elena Maltez es madre soltera de tres hijos, dos de ellos irán a clase a partir de este lunes primero de febrero: Gabriel, de ocho años, y Fiorella, de cuatro. Además de comprarles camisas, pantalones, faldas, calcetas y zapatos, debe surtirlos de cuadernos, libros, lápices y similares, como siempre, solo que este año también tiene que dotarlos de mascarillas y alcohol en gel.
Sus planes contemplan comprar mascarillas quirúrgicas, de las que se compran en una bolsa que cuesta veinte córdobas y trae cinco unidades, para cubrir las necesidades de la semana. “Les doy una al día, para los cinco días de clase”, detalla.
El gasto en alcohol le preocupa más, porque “es más caro: el frasco más pequeño vale a veces noventa córdobas”, señala pensando que tendrá que economizar más para comprarlo, y dosificarlo para que dure lo más posible, para que alcance para los dos niños.
Bianca Pineda es una madre que está preparando a sus dos niñas para el retorno a clases. En su caso, percibe que “los precios están bastante accesibles, y como es una necesidad, uno no reniega tanto del precio: como 120 (córdobas) el litro de alcohol. Las mascarillas desechables a cinco córdobas la unidad, y las reutilizables a 25 córdobas. No está nada mal”.
Pineda dice que sus niñas, de seis años de edad, entienden las nuevas reglas del autocuido que la pandemia impuso a la humanidad, y se declaró satisfecha con la manera en que está enfrentando al virus el colegio al que las enviará, porque “están aplicando el lavado constante de manos, el uso de mascarillas, el uso de alcohol cada cierto tiempo durante la jornada estudiantil”.
Por su parte, Maltez también se muestra conforme con las decisiones de los educadores de sus hijos, en especial en el colegio del niño, que orienta entrar a las instalaciones con mascarilla, lavarse las manos con agua y jabón, y mantener un metro de distancia entre asiento y asiento.
Ella misma les ha explicado que este año no es como antes, cuando podían estar agrupados, “sino que se tienen que alejar un poquito de los demás niños, y estar separados. No quitarse la mascarilla durante toda la clase, ni mucho menos a la hora de recreo, y no salir de la sección”, refirió.
De los dos, es el mayor quien lo comprende mejor, porque estuvo en clases el año pasado, y su madre le ha hecho conciencia del riesgo adicional que representa el virus “porque él padece de asma”, explica.
¡Que las ventas crezcan!
Lo que para los padres es el estrés de tener que hacer un desembolso extraordinario para que sus muchachos vayan a clase, es la esperanza del sector comercio, que vive su primera gran jornada del año.
Carmen Hilleprandt, presidenta de la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua (CCSN), revela que ha hablado con socios que son dueños de librerías, o de comercios en general, y “están entusiasmados, porque sí ha habido afluencia” de compradores.
La lideresa gremial admite que todavía no se puede ofrecer resultados de esta jornada de ventas, pues “hay gente que sigue comprando porque no tiene todos los materiales, y a veces te piden demás, así que alguna gente compra útiles escolares incluso quince días después del inicio de clases”, advierte.
Dos comerciantes consultados por CONFIDENCIAL dijeron que sí han visto movimiento de clientes, pero dista de ser como el de años anteriores, lo que explican como un efecto directo de la pandemia.
Bertha Isabel Cruz, dueña de la Librería Comercial San Miguel, que atiende en el mercado Iván Montenegro, en la zona oriental de Managua, interpreta que, si el mercado se ha visto vacío, es por la crisis.
“Hay poca afluencia de clientes por la situación económica que está viviendo el país. Estos otros días ha habido un poco más de gente, pero hoy (miércoles) amaneció bastante baja la venida a buscar los libros y los cuadernos acá a la tienda, y en general a todo el mercado”, admite.
Bianca de Trinidad, propietaria de AngieLea Store, también opina que la afluencia de clientes ha estado un poco baja, y tiene una teoría del por qué.
“Lo que he visto es que la gente está comprando un poco más el artículo escolar: libros, cuadernos, lápices y eso”, lo que atribuye al temor de que un rebrote obligue a mantener a los estudiantes en casa —como el año pasado— con lo que las camisas, las faldas, los uniformes que habían comprado, se quedaron en los guardarropas, sin uso, cuando las clases pasaron de presencial a ser en línea.
“Pienso que con este brote que acaba de dar, puede ser tal vez que los padres están un poco temerosos al comprar uniformes. Esperamos que no pase así, que todo vuelva a la normalidad, y podamos vender el uniforme escolar. Como siempre. Como todos los años anteriores”, exterioriza.
Sobre las medidas de prevención entre los estudiantes, la salubrista Josefina Bonilla, integrante del Comité Científico Multidisciplinario, comenta que los padres de familia deben mostrar un estado de serenidad y tranquilidad para comunicarse adecuadamente con los niños. “Si decimos: ‘Hay que usar mascarilla cuando estén otras personas, otros niños’, también nosotros como adultos debemos hacerlo”, y recomienda: “Hablemos con paciencia y serenidad. Seamos amorosos, y escuchemos a los niños”.