24 de noviembre 2024
Inquieta, apasionada y curiosa. Esas características han definido el camino de Elba Giovanna Lo-anmí Raintree Xochicatzín Schnepel Rivera. Su identidad dual, nicaragüense y alemana, también. “Mi corazón funciona como nica y mi cerebro como alemana”, bromea.
La actriz Lo Rivera –su nombre profesional– dejó su ombligo en Nicaragua, pasó sus primeros años en Alemania, su adolescencia en Nueva Guinea y, finalmente, se trasladó a Hamburgo para descubrir y vivir de su verdadera vocación: la actuación. Hoy lleva en su historial artístico más de 30 roles en series y películas alemanas, más de 20 producciones como actriz de doblaje, siete obras de teatro y más de 40 locuciones.
Rivera nació en Managua, a finales de la década de 1980, cuando Nicaragua atravesaba una guerra civil. Su madre es la doctora Elba Rivera Urbina, pedagoga, fundadora y directora de la Escuela Montessori Jan Amos Comenius, en Nueva Guinea; y su padre es Gerd Schnepel, pionero de la agricultura orgánica de Nicaragua, internacionalista alemán.
“Lo que aprendí de los dos es a tener una opinión propia y no dejarme guiar por lo que hace la mayoría. Mi mamá peleó desde chiquita por poder ir a la escuela, tenía un instinto propio de crecer, de aprender más y de salir. Creo que eso lo heredé de ella”, reflexiona la actriz de 36 años, quien fue la primera hija del matrimonio.
Los Schnepel Rivera se trasladaron a Alemania cuando Lo tenía tres meses de nacida, donde nació su hermano y, cuando ella cumplió diez años, volvieron a Nueva Guinea, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur, el lugar de origen de su madre, un municipio mitad rural y mitad urbano en la actualidad, aunque para entonces quizá era más rural todavía.
“Al llegar a Nicaragua a vivir, ya conocía el país porque lo visitaba con frecuencia, pero sí fue difícil. El cambio fue duro porque estaba acostumbrada a Alemania, me sentía más alemana, hablaba español, pero sonaba diferente, la ‘R’ la tenía pegada. En Nicaragua siempre me miraban ‘chela’ y ‘alemana’. Todo mundo me decía ‘la chela’”, cuenta. Sin embargo, ser diferente no era algo malo, asegura. Tiene buenos recuerdos, en especial de su grupo de amigos en la adolescencia a los que apodaban “los nefastos” en la escuela.
Aventurera desde adolescente
De adolescente vivió un año en Estados Unidos como parte de un intercambio escolar. Se fue a vivir sin sus padres, a casa de unos amigos de la familia. Fue una etapa que la marcó profundamente, en su independencia y también al adquirir el inglés como su tercer idioma, después del español y el alemán.
Al bachillerarse, Rivera no sabía muy bien qué camino académico seguir. Primero estudió Veterinaria, pero solo duró un año porque no le gustó el enfoque en estudio de ganado. Ella quería saber más de medicina para animales como gatos, perros o hámsters.
Después se cambió a Relaciones Internacionales en la UNICIT (Universidad Iberoamericana de Ciencia y Tecnología), en Managua, y los fines de semana regresaba a Nueva Guinea para estudiar Psicología en la Universidad Martín Lutero. Dejó ambas carreras a un año de terminarlas.
“Siempre tenía un impulso de salir. Es mi carácter. Desde chiquita me ha gustado aventurarme, no aguantaba estar en un solo lugar. Estaba aburrida”, cuenta.
En 2007 regresó a Alemania, en medio de sus dilemas existenciales y profesionales. Su padre le preguntó quién quería ser y qué se veía haciendo en el futuro. Ella le dijo –en broma, pero también en serio–, que quería ser como Britney Spears, una de las estrellas del pop más famosas del momento. Su papá entonces tradujo ese deseo a algo más tangible y realista, ¿por qué no actuación?, le preguntó, y se apresuró a averiguar de opciones de escuelas de actuación en Alemania para ella.
Lo Rivera: La actuación es una forma de “soltar mi loquera”
El plan inicial al llegar a Alemania era terminar la carrera de Psicología en alguna universidad, pero no estaba segura. Finalmente, ingresó en una escuela de actuación en Hamburgo. A las dos semanas de empezar supo que esa era su verdadera vocación y que jamás volvería a sentarse en un pupitre de una clase tradicional universitaria.
En Alemania le pasó lo mismo que en Nicaragua, era la diferente. “Aquí me miran morena, nicaragüense, indígena. En lo que me miran, me dicen que soy latina, mientras en Nicaragua me miran chela y rubia. Soy como las dos cosas y nada a la vez”, cuenta.
“Fue el mismo choque que tuve de adolescente, solo que al revés. Me fui bien alemana a Nicaragua, y aprendí a ser nica, y ya siendo bien nica, a los 19 años, de vuelta a Alemania”, agrega.
Fue, además, una época para aprender a ser totalmente independiente. Financieramente sus padres le ayudaban, el Estado alemán subsidió sus estudios, pero también trabajaba en dos o tres empleos a la vez, en bares y en un teatro, así durante los tres años y medio que duró la carrera de actuación.
“Siempre era muy distraída de niña o joven, no encontraba algo que me interesara, con la actuación fue algo inmediato. Es lo primero y único que me ha interesado en la vida. A la par de mi hijo, mi familia, o una relación, lo único que me mueve es la actuación, porque está relacionada con emociones, con sentir algo y decir algo. Tengo una forma de soltar mi loquera. Encontré mi vocación”, comenta.
Sus inicios como actriz profesional
Rivera empezó a trabajar de lleno como actriz y a conseguir papeles en series y películas grandes luego de que la “descubriera” una agente de casting y talento que fungió como jurado en una de sus pruebas finales como estudiante.
En 2012 le dieron su primer trabajo en televisión en un rol relativamente grande en Tatort, (en español, Escena del crimen), una serie policíaca de televisión alemana transmitida desde 1970. “Todo mundo la ve los domingos”, cuenta Rivera. En ese entonces tenía 24 años y recuerda que fue “un sueño hecho realidad”.
“Inicialmente sí, quería ser famosa, pero uno se da cuenta, en el primer día en la escuela, que el trabajo (de actuación) no tiene nada que ver con eso. El trabajo es sentir tus emociones mientras te ven. En Nicaragua a uno le enseñan más bien a esconder esas emociones porque se ve como debilidad”, revela la actriz.
Para la artista es un privilegio “expresarte y soltarlo todo sin que sea tu responsabilidad, porque es un rol el que interpretás. Da libertad en ese sentido, la posibilidad de contar la historia al público y que les toque el alma, los haga reflexionar sobre algún tema social o político”.
Varias películas y series alemanas en las que ha trabajado están en Amazon Prime y Netflix, pero solo disponibles para Europa, entre ellas Die Discounter, una comedia popular en Alemania con estilo “falso documental”. Cuenta que alguna gente en Hamburgo, donde vive, la reconoce por su personaje en esa serie.
Rivera se ha abierto paso también en la industria del doblaje. Ya lleva más de 10 años realizando doblaje al alemán de películas y series famosas internacionalmente. Recientemente participó en doblajes de películas como Encanto y Trolls 2, y series como Yellowstone, Orange is the New Black y Narcos.
Los estereotipos culturales en la industria fílmica alemana
Por su origen y rasgos físicos, suele ser contratada para roles de latinas. Ha interpretado a personajes cubanos, colombianos, mexicanos. Habla sobre cómo los estereotipos en la industria alemana son similares a los de la estadounidense, tanto en la construcción de personajes basados en la raza y cultura de forma estereotipada, como al seleccionar a los actores según su aspecto físico y orígenes.
“Mi carrera completa está basada en que aquí me miran cara de latina, mis papeles, inclusive cuando se trata de un doblaje y no tenga nada que ver con cómo me miro, según ellos (en la industria), yo sueno morena. Pero, si no lo hacés, no te dan nada. entonces, si querés seguir siendo actriz, eso es lo que hay. Mientras eso no cambie a nivel social, no van a cambiar los papeles”, reflexiona.
A pesar de ello, Rivera se siente muy afortunada. Le encantaría conseguir roles en series conocidas más allá de Alemania y participar en alguna producción de acción y de superhéroes, pero, mientras tanto disfruta hacer eso que la mueve. Ha conseguido abrirse paso en una industria competitiva y cerrada, y hoy trabaja a tiempo completo en lo que le apasiona y, ya con eso, se siente más que afortunada y bendecida.