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La Alianza entre CxL y ACJD: Reestructuración del pluralismo político

La unidad no debe ser vista como uniformidad, una cultura democrática no debe temer al debate y la competencia

Miguel Mora asegura que "CxL debe abrirse a Cristiana Chamorro

Uriel Pineda

16 de enero 2021

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El acuerdo de alianza electoral entre Ciudadanos por la Libertad  (CxL) y la Alianza Cívica (AC) ha generado controversia y señalamiento de divisionismo en la oposición, por la natural exigencia de unidad que clama y merece el pueblo de Nicaragua para deponer al régimen Ortega-Murillo en las elecciones de noviembre próximo. Pero desde mi óptica, tiene más que ver con una reestructuración del pluralismo político y eso a largo plazo puede ser positivo.

Se debe partir del hecho que el régimen Ortega-Muriilo usó su control del Consejo Supremo Electoral para anular el pluralismo político en el país, de suerte tal que casi la totalidad de los registros de partidos existentes son leales al régimen para justificar una imagen de democracia, sin ser realmente opositores. De hecho, recordemos que lo que hoy es CxL le fue arrebatado su registro en el 2008 para obligarlo a aliarse con el PLC -el viejo socio de Ortega- y que en 2016 de nueva cuenta le arrebataron la representación legal y destituyeron a todos sus Diputados ante la Asamblea Nacional, no olvidemos que así nacen como hoy los conocemos, pero esta organización política lleva desde 2006 definiendo su identidad como fuerza política en el país.

El efecto, de la anulación del pluralismo político que ha hecho el régimen, ha propiciado mecanismos de encuentro entre diferentes actores políticos en organizaciones heterogéneas como la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), pero me temo que la UNAB o la Coalición Nacional no pueden considerarse en estricto sentido una expresión de pluralismo político, aunque son  sin duda un referente de convergencia de actores opositores al régimen.

Desde los Derechos Humanos, el pluralismo político es parte esencial de la democracia y el Estado debe normar y establecer prácticas adecuadas que posibiliten el acceso real y efectivo a los espacios deliberativos para la toma de decisiones en términos igualitarios (ver Caso Manuel Cepeda Vargas vs Colombia del 26 de mayo de 2010 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos) En otras palabras, el pluralismo político es consecuencia del ejercicio de participación política, por tanto, cuando existen partidos políticos con presencia territorial real, no nominal; representativo de un grupo poblacional; y agenda propia o independiente de otro partido político, estamos en presencia de pluralismo político. Por ello, estimo que la agrupación de actores políticos diversos para establecer una agenda común no puede considerarse una expresión de pluralismo político, sino estrategia.


Sostengo lo anterior porque la participación política como derecho humano tiene límites legítimos que a su vez la distinguen de la libertad de asociación (en general); expresión; y opinión. Entre esos límites legítimos encontramos como ejemplo el respaldo de un porcentaje del padrón electoral para obtener el registro como partido político o conservar el registro después de una elección. Así como el régimen simula un pluralismo político controlando registros de partidos políticos, del otro lado (sin señalar a nadie) organizaciones de membrete también pueden simular pluralismo político al carecer de organización, representación y agenda sostenida.

Es posible que al igual que en el 2006, CxL haya tomado una decisión pragmática para ahorrase el tortuoso proceso de generación de consenso dónde además, seguramente sacrificaría mayores espacios. Tienen estructura; una base de simpatizantes o adherentes importantes; la posibilidad de obtener recursos para la campaña; y sectores importantes en el país que podrían respaldar. Finalmente, para ganar la elección o demostrar el fraude y denunciarlo internacionalmente como estrategia de restablecimiento democrático, sólo deben lograr que dos terceras partes de los opositores al régimen o incluso menos voten por su propuesta electoral.

Pero ¿En qué beneficia a la democratización de Nicaragua que CxL se consolide como partido político? En que dará pie a la reestructuración del pluralismo político en el país. Un catalizador importante para esto es la desafortunada (por decir lo menos) estrategia de comunicación de la presidenta de CxL.

Comprendo y me sumo al anhelo  de unidad opositora, sin embargo, es muy importante restructurar desde ahora el pluralismo político en el país. El régimen cometió y comente Crímenes de Lesa Humanidad justamente por la eliminación de los llamados checks and balances o contrapesos democráticos; una oposición unificada en torno a la simple idea de sacar al régimen del poder y convertida en gobierno, enfrenta la amenaza de un colapso por la dificultad de alcanzar consenso (ya lo estamos viendo) o peor aún, pude caer en la tentación de la cancelación de posturas disidentes en nombre de la unidad o “Nueva Nicaragua” acorde al interés de un nuevo grupo hegemónico.

La unidad no debe ser vista como uniformidad, una cultura democrática no debe temer al debate y la competencia, porque son elementos que perfeccionan la democracia. La oposición de hoy y gobierno de transición de mañana, también necesita de los contrapesos propios de la democracia, contrapesos que aporta el pluralismo político.

*Maestro en Derechos Humanos


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Uriel Pineda

Uriel Pineda

Abogado nicaragüense, máster y consultor independiente en Derechos Humanos, radicado en México.

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