3 de septiembre 2024
El 17 de marzo del 2019, cuando asistimos a la convocatoria de una gran marcha por la libertad de los presos políticos, más de trescientos nicaragüenses fuimos capturados, llevados a distintas delegaciones policiales y, finalmente, a las recién construidas celdas de Auxilio Judicial. En la entrada del nuevo Chipote nos sentaron en la cuneta. Enfrente, tirado en el piso, golpeaban a Moisés Hassan Morales, esposado con bridas de plástico, ceñidas tan brutalmente que se le habían encarnado en las muñecas. Yo le grité a un oficial: —¡Lo que están haciendo se tipifica como tratos inhumanos, crueles y degradantes! ¡Ustedes están violando la Convención contra la Tortura! Una policía, ubicada al lado de las detenidas, asintió brevemente, dándome la razón con mucho disimulo.
Hoy tuvimos la dicha de estar con Moisés y su esposa Rebeca en el lugar donde están viviendo exiliados en Costa Rica y me di cuenta de que producto de los golpes que le dieron en la cabeza en aquella captura, tuvo lesiones neurológicas que hoy se manifiestan en problemas de equilibrio y en serias dificultades para movilizarse y articular sus palabras.
Esta visita y los intercambios antes realizados me recordaron su historia. Moisés nació en 1942, hijo de madre nicaragüense y padre palestino, originario de Gaza. Se graduó de ingeniero en la UNAN Managua y se doctoró en Física por la Universidad Estatal de Carolina del Norte. Luego fue profesor en la UNAN y desde los años 50 estuvo integrado a distintos movimientos de lucha contra la dictadura somocista.
Siendo jefa de la Guerra Popular Prolongada en Managua, tuve el privilegio de conocerlo como integrante del Grupo de Profesores Progresistas, organizado en la UNAN, participando en el Movimiento Pueblo Unido, y en la creación del Frente Patriótico Nacional. En la insurrección de 1978, integró la Comisión Política de las tres tendencias del FSLN, con Julio López Campos, Lea Guido, Glenda Monterrey y Marcos Valle, y en tal condición participó en la sublevación de los managuas. A finales de junio de 1979 fue uno de los principales jefes militares del Repliegue, el gran escape en que miles de civiles salieron de la capital hacia Masaya. En Piedra Quemada fue herido por charneles del brutal bombardeo realizado por la GN contra la población en fuga.
Al triunfar la revolución en 1979, fue uno de los cinco integrantes de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y luego ministro de Construcción y alcalde de Managua. En su historia política sobresale que, en los años 80, por diferencias con el FSLN, se separó de sus estructuras con fuertes críticas a la conducción y a la deriva autoritaria del proceso. Fundó el Movimiento de Unidad Revolucionaria, con el que participó en las elecciones de 1990, logrando ser diputado de esa fuerza.
En 2021, al escalar la represión de la dictadura Ortega Murillo, Moisés y su esposa salieron de Nicaragua y en febrero de 2023 fue de los noventa y cuatro nicaragüenses desnacionalizados, cuyos bienes fueron confiscados y tomados, y despojado de su pensión de jubilado. Tenía 81 años. Desde entonces, seriamente afectado por sus secuelas neurológicas, continúa aportando a la lucha de resistencia cívica que miles de nicaragüenses mantienen dentro y fuera del país.
Nos agradó mucho compartir con Moisés y Rebeca, y constatar la convicción y optimismo con que enfrentan las dificultades. Su caso ejemplifica los niveles de inhumanidad exhibidos por la pareja demencial de oprime Nicaragua, pero también su miedo a todos los que piensan, actúan con autonomía e independencia y conservan incólumes la moral y el espíritu de lucha.
La dictadura ha podido con todo, pero nunca contra nuestra dignidad de patriotas nicaragüenses, que se mantiene intacta.