4 de agosto 2024
La Iglesia católica nicaragüense -y los religiosos en general- sufren un período de persecución como nunca se ha visto en la historia nacional. En entrevista con Esta Semana -que se transmite en línea este domingo 5 de agosto para vencer la censura de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo- el exministro de Educación, Humberto Belli, expatriado en Estados Unidos, analiza la más reciente embestida del régimen en contra de los sacerdotes de la diócesis de Matagalpa.
A su criterio, la nueva ola de capturas responde a un objetivo de represión religiosa que tiene como objetivo “desarticular a la Iglesia católica, e impedir la evangelización de Nicaragua”, como parte de una batalla más profunda por conquistar las mentes y los corazones de los nicaragüenses, mientras callan tanto la Conferencia Episcopal como el mismo Vaticano.
En el fondo, ve la continuación de una historia que se creía ya superada: la de las fuerzas de una izquierda totalitaria que tienen por principio tratar de erradicar a la religión -como en China y en Cuba- o al menos disminuirla al máximo, dejando solo pequeñas expresiones de esa fuerza para tranquilizar a la comunidad internacional, así como a muchos de sus simpatizantes que manifiestan expresiones de fe, y ven cómo se les ataca sin piedad.
¿A qué atribuyes esta redada contra más de una decena de sacerdotes de la diócesis de Matagalpa, si monseñor Rolando Álvarez está desterrado y esta diócesis ya estaba prácticamente decapitada en cuanto a la presencia de sacerdotes?
Es importante entender que esta no es una persecución política. No es un afán del Gobierno de neutralizar las opiniones políticas de la Iglesia católica. Es una persecución religiosa. Tiene por objetivo desarticular a la Iglesia católica, e impedir la evangelización de Nicaragua.
Si analizamos los golpes que han dado a la Iglesia, lo vemos bien claro. ¿Por qué cerraron Radio María hace poco? Radio María es una emisora totalmente apolítica. Totalmente. ¿Por qué expulsaron a las Hermanas de la Caridad que solo hacían beneficios a favor de los pobres? Nunca abrieron la boca -ni la iban a abrir- sobre cuestiones internas del país.
Lo que hay es una persecución religiosa y tenemos que entenderlo así porque mucha gente cree que es afán del Gobierno de que la Iglesia no los critique. No es eso. Claro, eso es un subproducto agradable a ellos, pero lo que tienen es una agenda peligrosa, profundamente anticristiana, antirreligiosa. No quieren que el catolicismo, ni siquiera el movimiento protestante, prosperen en Nicaragua. Quieren taparlos en la forma más honda posible.
Yo conocí joven a Daniel Ortega durante la revolución sandinista de los años 80, y él siempre ha sido marxista leninista, es decir, comunista. Donde quiera que llegan al poder, los comunistas buscan destruir la religión porque la desprecian. La ven como una abominación burguesa. Tal vez nos cuesta entenderlo, porque esos tiempos pareciera que han pasado, pero ellos siguen con ese mismo prurito de acabar con la religión. Odian al cristianismo.
Esta persecución pareciera enfocada contra la Diócesis de Matagalpa. No voy a discutir si es una persecución religiosa o política, pero hay otras diócesis del país en las cuales pareciera que algunos obispos tienen una relación complaciente con el Gobierno y no se vive esa persecución. ¿Por qué Matagalpa? ¿Por qué Rolando Álvarez?
Se mezclan las cosas. A ellos les interesa la persecución contra la religión y les interesa consolidar su dominio sobre las mentes y corazones de los nicaragüenses. Y hay diócesis donde ha habido religiosos, obispos mucho más independientes y claro, le caen con mayor furor, pero tarde o temprano le van a ir cayendo a otras.
Recuerdo cuando cerraron la Fundación Fabretto en el norte de Nicaragua, que hacía una labor educativa con los niños pobres del campo. Es decir, están pegando en los dos lados. Es posible que quieran dejar un clero pequeñito, tal vez para que no haya tanta crítica internacional. Un clero totalmente sumiso, callado, complaciente, como ha ocurrido en China y en varios países comunistas. Siempre sobrevive un pedazo de la Iglesia que se hinca ante el poder y cierra la boca.
El silencio de la Iglesia y el Vaticano
Usualmente, el Gobierno ejecuta este tipo de acciones de represión en silencio, sin brindar absolutamente ninguna información. Pero lo que resulta incomprensible para mucha gente es que la Conferencia Episcopal no informa sobre estos hechos y tampoco el Vaticano ha dicho nada sobre estas detenciones que claramente afectan no solo los derechos de los sacerdotes, sino también la vida pastoral en las parroquias. ¿Por qué el silencio?
El silencio es producto del temor y del chantaje. Cuando salió monseñor Álvarez, se conoció la versión de que hubo cierto tipo de convenio entre el Vaticano y el Gobierno nicaragüense para permitir que salieran estos sacerdotes, a cambio de que dentro de Nicaragua nadie criticara al Estado. De lo contrario, si los curas comenzaban a hablar... ¡y se callaron! Monseñor Báez, que tenía homilías bien fuertes en Miami, se calló y dejaron de hablar en el exterior los sacerdotes.
Me imagino que era parte de una especie de chantaje: si ustedes hablan, le vamos a caer encima al clero, y entonces calladitos. Ahora les están cayendo encima. Es posible que el Vaticano cambie de actitud porque si acaso hubo un acuerdo -que probablemente lo hubo- se rompió porque el Gobierno sigue dándole duro a la Iglesia católica.
El silencio no necesariamente contribuye a una relación de respeto, de tolerancia a la libertad religiosa de la Iglesia católica porque, muchos de estos sacerdotes que hoy tienen seminario por cárcel, o están en la cárcel, o desaparecidos, no estaban haciendo ninguna prédica en contra del Gobierno.
Eso ratifica lo que dije: que hay un trasfondo de persecución religiosa, más que política, aunque las dos cosas van de la mano.
Espionaje generalizado
¿Qué impacto tiene esta persecución religiosa en la sociedad nicaragüense? No creo que alguien considere que este es un acto de fortaleza del Gobierno, pero yo me pregunto cómo afecta a los mismos partidarios del FSLN, entre los cuales hay gente no religiosa, pero también hay mucha otra gente que es religiosa y es católica.
Este tipo de medidas han venido causando insatisfacción en las filas del Frente Sandinista, no solo porque muchos de ellos son católicos o protestantes, sino porque ven una serie de atropellos, y si tienen un poquito de conciencia -y creo que muchos sí la tienen- comentan con sus amigos.
Creo que el sistema de espionaje del Estado ha estado detectando conversaciones privadas, y quizás eso explique en parte que le hayan caído a Carlos Fonseca Terán y a otras personas, porque es una persecución tan fuerte dentro del mismo Gobierno que parece que están con las antenas bien aceitadas, captando cualquier síntoma de inconformidad.
Pero Carlos Fonseca Terán es un fanático sandinista. Una persona que respalda al régimen desde una visión ideológica ortodoxa, en respaldo al 'sandinismo' de Daniel Ortega.
Sí, pero puede tener reservas sobre la forma en que la pareja está actuando. Puede tener reservas hacia doña Rosario. Pueden ser que no esté muy contento con algunas de las medidas, por muy marxista que sea. Ya vimos lo que le pasó a Grigsby: primero era un fanático sandinista amargo y está callado.
¿Qué salida, qué evolución le ves a esta nueva escalada represiva contra la Iglesia católica?
Ese es el problema, igual que en Venezuela. En este momento no veo ninguna salida. Es un régimen vulnerable. Este tipo de sucesos demuestran que hay una fractura interna, mucho descontento interno. Esta persecución contra sus propios miembros manda un mensaje a las bases y a la estructura, de que no están seguros. Han quitado pasaportes a muchos empleados públicos, a los que no dejan salir. Se están cocinando una serie de resistencias que podrían llegar a fracturar este régimen, pero es difícil especular.
¿Puede el régimen imponer un silencio total a la Iglesia católica? Es decir, ¿la puede aplastar?
Yo creo que sí. Ha sucedido en muchos países comunistas. Puede reducirla a un grupito de sacerdotes silenciosos, porque tienen las armas para hacerlo, y el que no se somete va a la cárcel o al exilio. Y eso lo saben los que están adentro. Por eso también la Conferencia Episcopal está tan calladita, sencillamente porque estamos con una pistola en la frente.