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La geopolítica entre las tres olimpíadas parisinas

Los países capitalistas no sabotearon los juegos olímpicos de Hitler. Tres años después (1939) Alemania desataría la II Guerra Mundial

Foto: EFE

Onofre Guevara López

24 de julio 2024

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De este 26 de julio al 11 de agosto de 2024, en París estará desarrollándose las XXXIII Olimpíadas, coincidiendo con el centenario de las que se efectuaron en esta misma ciudad en 1924, y los 114 de la primera olimpíada parisina de 1910. Esta fastuosa jornada deportiva es casi universal, porque muchos países pobres aún no han podido participar, y otros —como Nicaragua— asisten con más delegados olímpicos locales que con deportivas.

También hay casos en que, el país territorialmente más grande del mundo que es, Rusia, ha tenido muy poca participación; bajo la bandera del imperio zarista asistió solo en dos ocasiones, en los Juegos Olímpicos de verano (1910) y de invierno (1912); bajo la bandera soviética le permitieron participar hasta en 1952 —quince años después del triunfo de su revolución— y su última vez fue en 1988; en las olimpíadas posteriores, incluso en las actuales, Rusia no participa oficialmente como país, sino con deportistas “independientes”. La geopolítica ha estado más presente en las olimpíadas que las representaciones deportivas rusas.

Aún no es cierta la pretendida amistosa universalidad en que supuestamente se inspiran los Juegos Olímpicos. Pero estas marginaciones por cuestiones políticas han tenido su contraparte en los movimientos deportivos obreros de Europa —y en parte de los Estados Unidos—; en 1931 se efectuó en Viena la II Olimpíada Obrera con la participación de 7000 deportistas; en 1936, estos movimientos deportivos obreros efectuaron sus juegos deportivos bajo el lema… “Defender el amateurismo, defender la amistad y enarbolar la bandera contra el fascismo”, en desafío a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

Para ese año, los países capitalistas del mundo llamado democrático —Estados Unidos ente ellos— no carecían de información respecto al carácter fascista y belicista de la Alemania, pero no sabotearon sus Juegos Olímpicos. Tres años después (1939) Alemania desataría la II Guerra Mundial con su invasión a Polonia. Jesse Owens, negro estadounidense corredor, con su destacada actuación olímpica, pareció haber limpiado moralmente la presencia de su país, al vencer a los súper hombres blancos alemanes ante los ojos del ultraracista Adolfo Hitler. 


Como se puede ver, la lucha política y clasista —entre democracia y fascismo— nunca ha sido ajenas a las actividades deportivas mundiales. La misma falta de universalidad de la participación de todos los pueblos en los Juegos Olímpicos actuales, por sus condiciones de pobreza, es una demostración de las divisiones políticas y sociales del mundo, y no hay indicios de cambio, cuando casi está por cumplirse la primera cuarta etapa del siglo XXI.

Lo autodidáctico no es algo individual

Autodidacto o autodidacta se le dice a la persona que se instruye así misma, o sea, que no ha requerido la intermediación de nadie —profesor o escuela— para tener un determinado nivel de instrucción. Pero esto no es totalmente cierto ni posible, porque esa persona tendría que ser un anacoreta, vivir en absoluto aislamiento dedicado a la meditación, un modelo del cual no existe en este tiempo, además de que todo nivel de instrucción requiere contacto social, intercambio de ideas en cualquiera estado de convivencia.

Una persona autodidacta es radicalmente opuesta al anacoreta, incluso no existiría como persona instruida por sí misma, porque cualquier nivel de instrucción solo se adquiere en la relación social no a través de la escuela formal, sino de la vida misma, porque hay múltiples medios para obtener conocimientos, pero nunca en solitario ni en situación de aislamiento. Es un hecho que me toca de cerca, muy cerca, y puedo comprobarlo.

En el proceso de vida de todos, sin excepciones, están los contactos e intercambios personales en primer lugar en la familia o el entorno familiar, y quien no va a la escuela formal de algún modo tiene que trabajar para vivir, y se aprende a trabajar en el trabajo mismo, en un taller. No obstante, no en todo taller se puede ir mucho más allá del conocimiento del oficio, porque en un taller de mecánica y de carpintería, por ejemplo, no es propicio para una conversación sostenida sobre otro tema que no sea limitado al oficio mismo, por los ruidos constantes de los instrumentos mecánicos de trabajo.

Esto nos indica que, fuera de la escuela formal, existen otros modos de adquirir conocimientos, comenzando con el estudio individual, pero con poca perspectiva de ser un aprendizaje de calidad, si le faltara el intercambio de ideas y opiniones, incluso la confrontación de ideas y opiniones, para encontrar lo que más se aproxime al conocimiento de la verdad.

Al margen de estas cuartillas

*Con su propia voluntad imperial, la comandante Rosario conmemora el triunfo de una revolución que dejó de ser, desde hace 33 años…

*Consecuente con este anacronismo, sus estrafalarios y costosos diseños de los actos conmemorativos solo reflejan a una revolución que ya no es…

*Pero no es eso lo cruel del asunto, sino también su menosprecio a la dignidad de sus incondicionales, condicionados por el empleo que les dan…

*Los obliga presentarse a las 3:00 p. m. para ubicarlos como piezas mecánicas de sus juegos geométricos, sin derecho a levantarse, sino ocho horas después…

*Esa tortura del insomnio colectivo forzado para escuchar el mismo discurso de “la comandante y del compañero”, se repite durante cada acto político…

*Durante por lo menos ocho horas… ¿cuántas veces la naturaleza de l@s “compañer@s” los habrá llamado de urgencia sin que la puedan atender?...

*Pero si ell@s no son dueñ@s de su voluntad personal para ir “al baño”… ¡al menos son dueños de sus pantalones!

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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