13 de julio 2024
Con el llamado a elección parlamentaria anticipada, tras la derrota de su partido en la elección de junio para el Parlamento Europeo, el presidente francés Emmanuel Macron esperaba «aclarar» la situación política, en beneficio propio. Es evidente que fracasó. La elección no produjo ninguna mayoría parlamentaria, sólo confundió más las cosas. Con muchos perdedores y muy pocos ganadores, es la elección más sorprendente de la historia moderna de Francia.
Uno de los numerosos perdedores es Agrupación Nacional (RN por la sigla en francés), el partido de ultraderecha que hace unas semanas se aseguró una victoria decisiva y sorprendente en la elección europea. Pese a haber aumentado su cantidad de escaños y convertirse en el partido más numeroso en la Asamblea Nacional, RN estuvo muy lejos de sus expectativas. La segunda vuelta de la elección mostró una fuerte movilización contra RN, en la que los votantes hicieron un desplazamiento táctico del centro a la izquierda y de la derecha al centro. Al parecer, muchos franceses concluyeron durante la campaña que los candidatos de RN no tenían aptitudes para gobernar.
La mayoría de los analistas se había convencido de que la inmunidad natural del sistema electoral francés contra la ultraderecha había dejado de funcionar. Pero esta elección demostró lo contrario. Aunque la ultraderecha es hoy la principal fuerza política del país, no puede hacer nada sin aliados, y no tiene ninguno.
El segundo perdedor es Macron, cuyo partido perdió unos cien escaños. Antes de la elección, su agrupamiento Ensemble podía ser base de una mayoría relativa. Pero ahora lo superó el izquierdista Nuevo Frente Popular (NFP), principal vencedor en el reparto de escaños.
Sin embargo, aunque es probable que Macron tenga que designar un nuevo primer ministro de izquierda, al NFP todavía le faltan unos cien escaños para la mayoría absoluta. Además, es una coalición laxa cuyos miembros tienen muchas diferencias y cuyo líder, Jean‑Luc Mélenchon (de Francia Insumisa) tiene un único objetivo: radicalizar el debate público y crear condiciones para que la elección presidencial de 2027 se convierta en un duelo entre él y Marine Le Pen, la candidata de RN. De modo que un gobierno de izquierda exitoso (con otra primera figura) no le sería necesariamente útil.
Para que Mélenchon obtenga un beneficio personal, sería necesario que el NFP pueda poner en práctica todo su programa electoral; pero eso no sucederá jamás sin mayoría absoluta. Además, el próximo gobierno (cualquiera sea su forma definitiva) pronto tendrá que responder ante la Comisión Europea, que hace poco inició un «procedimiento de déficit excesivo» contra Francia.
Sin embargo, todavía está muy lejos el día en que el NFP se rompa. Más allá de las muchas críticas que recibieron los socialistas y los verdes por aliarse con Mélenchon a pesar de las diferencias fundamentales que los separan, el esquema redituó en las urnas. Los cuarenta escaños adicionales que ganó la izquierda fueron todos para socialistas y verdes, mientras que Francia Insumisa no hizo nuevos avances. Es imposible no recordar la coalición de izquierda liderada por el presidente francés François Mitterrand tras la elección de 1981: aliándose con los comunistas quedó en mejor posición para debilitarlos más tarde.
A futuro, el escenario más probable es la formación de un gabinete de minoría moderado que actúe como gobierno en funciones hasta el año entrante (el presidente no puede volver a disolver la Asamblea Nacional hasta junio de 2025). Pero con Macron a la defensiva y sin mayoría parlamentaria, Francia estará en territorio inexplorado. Las personalidades políticas concretas pesarán mucho más que los rótulos de «izquierda», «derecha» o «centro». Como en cualquier sistema político, algunos políticos franceses buscan la estabilidad y el acuerdo, y otros están obsesionados con aplastar a sus presuntos enemigos.
De modo que el año entrante se caracterizará por una profunda incertidumbre política, que no contribuirá a mejorar el panorama económico de Francia. Pero pase lo que pase, el próximo gobierno tendrá que acordar el presupuesto para 2025 en los próximos meses.
Tal vez la nueva Asamblea Nacional logre hallar cierto consenso para una reforma electoral. El procedimiento actual con dos vueltas se adapta mejor a un sistema político bipolar, pero esta elección volvió a confirmar que ahora, la política francesa es tripolar. En vista del surgimiento de tres bloques bien definidos (de izquierda, derecha y centro), la única solución es introducir la representación proporcional, donde cada partido establezca su nivel de apoyo y se formen coaliciones voluntarias una vez contados los votos. En la izquierda, por ejemplo, los socialistas no tendrían que atarse a Francia Insumisa para resultar electos, y podrían formar alianzas con otras fuerzas (por ejemplo, el partido de Macron) una vez llegados al parlamento.
La fragmentada política francesa no es tan diferente de las de otros países europeos. Pero Francia tiene una cultura política y unas instituciones únicas en el grado en que alientan la confrontación antes que la creación de coaliciones.
¿Llevará el resultado de esta elección a que los políticos franceses cambien la manera de pensar, o todos seguirán actuando como siempre lo han hecho? Si sucede lo segundo, RN sólo tendrá que esperar el momento adecuado y capitalizar la ineficacia del gobierno, y tarde o temprano se alzará con el triunfo.
*Este artículo se publicó originalmente en Project Syndicate, 2024.