9 de junio 2024
Ocho de los diez talleres de artesanías dedicados a la elaboración de juguetes de madera y otros productos tradicionales en la comarca Pacayita, del departamento de Masaya, ya no existen. La migración está dejando sin mano de obra a los talleres, y las nuevas generaciones muestran poco interés para continuar con la elaboración de las artesanías tradicionales.
El taller de artesanías “Juguetes Castro”, que tiene más de quince años de trayectoria, es uno de los últimos talleres en Pacayita. El cierre de estos negocios amenaza la continuidad de su “herencia cultural” en Nicaragua, representada en coloridos camiones de madera, palomitas o matracas.
“Hay poca gente que quiere trabajar en esto. La gente anda buscando una mejor vida. Muchos se han ido fuera del país”, comenta un artesano de este taller.
La migración de los lugareños vuelve escasa la mano de obra y, sin artesanos, la mayoría deben cerrar.
Migración acelerada y artesanos escasos
Margarita, una habitante de Pacayita, cuenta que su esposo decidió migrar a Estados Unidos para mejorar los ingresos de su familia en 2022. Él se dedicaba a la elaboración de artesanías en uno de los talleres que hoy ya no existen.
“Mi marido se fue porque lo que ganaba aquí no era suficiente, teníamos unas deudas y con su trabajo aquí no podía más. Él se fue con bastante gente de aquí mismo de Pacayita”, relata.
Los pocos talleres que quedan en la comunidad también elaboran muebles de madera, pero se les dificulta encontrar artesanos y carpinteros.
“Ahí caminan los dueños de los talleres, buscando gente para que trabaje, pero un montón de hombres se fueron”, cuenta Margarita.
Pacayita es una comarca ubicada al sureste del municipio de Masaya. Tiene tierras fértiles para el cultivo de coloridas plantas ornamentales, que han dado a Masaya el distintivo de “ciudad de las flores”. También se distingue por la habilidad de sus artesanos, ahora cada vez más escasos.
La migración en Pacayita se aceleró en 2022. “Se han ido casi familias completas. Hay casas donde solo viven mujeres y niños, porque los hombres adultos, como el papá y los chavalos mayores de 18 años, se fueron”, cuenta otra habitante de la comunidad.
Tras la crisis sociopolítica de 2018 y la radicalización autoritaria de la dictadura en Nicaragua, más de medio millón de nicaragüenses han migrado a Estados Unidos, y más de 250 000 han optado por Costa Rica u otros países, según datos del politólogo nicaragüense Manuel Orozco, director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano.
“Ese número realmente se dispara con la represión en 2021 y desde entonces se produce una salida incontrolable de personas, despoblando sus hogares”, escribió Orozco en un artículo publicado a mediados de mayo de 2024 en CONFIDENCIAL.
Falta interés en las nuevas generaciones
Otra de las razones a la cual se atribuye el cierre de los talleres es a la falta de interés de las nuevas generaciones por continuar con la labor.
“Nosotros hacemos lo posible para enseñarle a los que vienen, pero la verdad es que hay muchos que vienen a medias, aprenden, pero no les gusta seguirlo, entonces mejor se retiran”, lamenta un artesano.
Él lleva años en el oficio, y asegura que no comprende ese desinterés. “Es un trabajo tradicional que siempre hace destacar a Nicaragua y que debería motivar a la juventud”, reflexiona.
Mariana, otra artesana local cuestiona hasta cuándo mantendrán la tradición de elaborar estas artesanías, que “va desapareciendo gradualmente”
“Antes mirábamos varios talleres de artesanía, pero ahora son raros y contados”, advierte. Se calcula que solamente quedan unos veinte artesanos tradicionales dedicados a esta labor, y preocupa la falta de relevo generacional.
“Este es un arte que nuestros antepasados nos dejaron, usando las herramientas que tenían en aquel entonces. Soñaron con que ese arte se mantendría en las nuevas generaciones, sin embargo se nos está perdiendo”, lamenta.
El otro taller que aún queda en Pacayita está pasando por una mala racha. Una de las artesanas dice que están “trabajando poco” porque están en temporada baja. Ella espera los meses de noviembre y diciembre, cuando suben las ventas por las celebraciones de La Purísima y fin de año, y ya tiene clientes fijos.
Cano dice que otros talleres “han ido minorizando” porque “hay personas ya adultas que han fallecido y a los hijos no les gusta seguir con la tradición”.
Años atrás, en las calles de Pacayita, se observaban muchas ventas de juguetes tradicionales, y también talleres donde se elaboraban canastas, matracas, indios y maromeros, sobre todo para las fiestas de La Purísima o Gritería. Ahora aún quedan algunas ventas, pero solamente dos talleres.
Los precios de la mayoría de los juguetes pequeños no superan los 100 córdobas (menos de tres dólares) por unidad. Y los emblemáticos camiones de colores, donde cabe un niño de hasta tres años, se ofertan desde los 300 córdobas (menos de diez dólares). También hay descuentos si se compra al por mayor.
Sin embargo, los artesanos temen que sus productos queden solo en fotografías.