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Bukele y sus amigos

Bukele ha reunido a sus amigos en San Salvador, en un tipo de proselitismo ideológico desde Centroamérica

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, acompañado de su esposa, Gabriela Rodríguez, pronuncia un discurso durante la ceremonia de investidura para su segundo mandato. Foto: EFE | Confidencial

Rafael Rojas

7 de junio 2024

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El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, tomó posesión este fin de semana como mandatario reelecto de su país. Luego de una notoria lectura torcida de la Constitución vigente, el político salvadoreño, que ha promovido una férrea estrategia de seguridad, junto con limitaciones evidentes de derechos civiles y políticos y constantes restricciones a medios de comunicación, se agenció un segundo periodo.

En la ceremonia, que tuvo lugar en el magnífico edificio neoclásico del Palacio Nacional de San Salvador, pudieron verse unos pocos jefes de Estado de la región. Ahí estaban, por rigores de la vecindad, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, pero no otros dos mandatarios de la misma región, que se ubican en polos opuestos de las izquierdas reales centroamericanas: Bernardo Arévalo, presidente de Guatemala, y Daniel Ortega, dictador de Nicaragua.

También estaba allí el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, quien tuvo una importante visibilidad como interlocutor de Bukele. De manera insólita, para las tradiciones democráticas y civilistas de Costa Rica, Chaves ha estado negociando con Bukele algunos acuerdos de colaboración en temas de seguridad y combate al crimen organizado y el narcotráfico. No sólo eso, el presidente de Costa Rica no ha ocultado su interés en el modelo bukelista y ha insinuado que no descartaría su reelección.

Pero otros tres presidentes latinoamericanos se han destacado más en los actos de reelección en San Salvador. Tres, cuya presencia no habría sido tan explicable en el país centroamericano si no fuera por un vínculo racionalmente propiciado por Bukele y basado en afinidades políticas. Me refiero al presidente del Paraguay, Santiago Peña, al de Ecuador, Daniel Noboa, y al de Argentina, Javier Milei.


Se trata de tres mandatarios relativamente jóvenes, como el propio Bukele, de 42 años. El ecuatoriano tiene 36, el paraguayo 45 y el argentino, un poco fuera de rango, 53. Los tres amigos de Bukele son, además, economistas: Peña trabajó en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central de Paraguay; Noboa estudió Administración Pública en Harvard y Milei, que se graduó de Economía en la Universidad de Belgrano, antes de dedicarse a la política, se ocupaba de dar conferencias y debatir en la tele sobre el libertarianismo.

Bukele ha reunido a sus amigos en San Salvador, en un tipo de proselitismo ideológico desde Centroamérica, que encontraría su último antecedente en la Revolución Sandinista de los años 80. Es ahora este millennial de la política quien, en esa región, se lanza a la construcción de una nueva red geoestratégica que no necesariamente coincide con los circuitos de la nueva derecha global.

Cabría preguntarse si esa red logrará proyectarse en algún sentido dentro de un foro latinoamericano como la Celac, que en los últimos años ha estado prácticamente reducida a la línea bolivariana. La aproximación de Xiomara Castro tal vez tenga que ver con esa crisis.

*Artículo publicado originalmente en La Razón de México

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Rafael Rojas

Rafael Rojas

Historiador y ensayista cubano, residente en México. Es licenciado en Filosofía y doctor en Historia. Profesor e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de la Ciudad de México y profesor visitante en las universidades de Princeton, Yale, Columbia y Austin. Es autor de más de veinte libros sobre América Latina, México y Cuba.

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