22 de mayo 2024
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez “vive” en Nicaragua a través de su literatura, incluso en su libro más reciente, a pesar de su exilio desde 2021 y el despojo de su nacionalidad, que se rehúsa a perder, pues es en ese país “imaginario” donde permanece su infancia, su vida y sus recuerdos.
“Siempre mi escritura me está devolviendo al país perdido, que se vuelve un país imaginario. Todo lo que está en la memoria es imaginario. Uno va reconstruyendo y lo que no recuerda, lo inventa. Ese es el oficio del escritor”, dijo en una entrevista a EFE el premio Cervantes.
“Yo puedo decir que siempre vivo en ese país (Nicaragua) a través de la literatura”, señala desde Panamá por la celebración de la XI edición de Centroamérica Cuenta, el festival literario itinerante más grande de la región, dedicado este año a la poeta nicaragüense-salvadoreña Claribel Alegría.
Ese evento, fundado por Ramírez en Managua en 2013, se celebra por primera vez en Panamá desde este miércoles al domingo, reuniendo a escritores latinoamericanos importantes como Gioconda Belli, Leonardo Padura u Horacio Castellanos Moya, entre otros.
Sergio Ramírez, desnacionalizado y en el exilio
En 2023, el Gobierno de Nicaragua, presidido por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, lo despojó de su nacionalidad —al igual que a otras 94 personas—, pero dos años antes se había emitido una orden de detención en su contra, abocándolo a un segundo exilio tras su salida forzosa durante la dictadura de Anastasio Somoza.
“Peor todavía que me quiten el propio país impidiéndome regresar es que me digan que ya nunca pertenecí a ese país. Eso es una ficción. Nadie le puede quitar a uno el país donde nació, pero tengo que tomarlo como acto de imposición dictatorial, rehusarme a aceptarlo, pero vivirlo como una realidad”, expresa Ramírez.
Desde entonces vive en España, recordando ese país natal de volcanes y lagos a través de sus libros como “El caballo dorado” (Alfaguara, 2024) y “Tongolele no sabía bailar” (Alfaguara, 2021), los dos más recientes ambientados en Nicaragua.
“Creo que todo escritor tiene un eje que es su propia realidad (y) vivencia. Un país no es un hombre; un país es la infancia, el recuerdo, la experiencia... es la vida. Por tanto, la mejor manera de extrañar a un país es a través de la literatura, haciendo lo posible”, alega Sergio Ramírez.
El escritor formó parte activa de la historia de Nicaragua: participó en la revolución sandinista y tras derrocar a Somoza ascendió a ser el vicepresidente de Ortega durante el gobierno sandinista (1985-1990), pero tras perder las elecciones frente a Violeta Chamorro y discrepar de las acciones de su antiguo compañero guerrillero, Ramírez se alejó de la política.
Sobre ese pasado, el literato admite que “si volviera a tener la edad, seguramente volvería a hacer exactamente lo mismo”.
La escritura, un proceso de sanación
La escritura —para el novelista— es un proceso de “rendición de cuentas” que ayuda a sanar momentos complicados, como es este último exilio, al que califica de “duro”, pero “sobrellevadero” gracias a ese oficio.
“Si no hubiera sido inventado como castigo no sería duro. Quitarle a uno su país, cerrarle las puertas de regreso, siempre va a ser una pena. Hay que saber sobrellevarlo y creo que la mejor manera (...) es escribiendo sobre ese país, no olvidándolo. Siempre estará regresado en las memorias a través de la escritura”, dice.
Mientras se resigna a olvidar Nicaragua, articula: “Creo que uno siempre está apelando a su propia conciencia de escribir, siempre hay un diálogo consigo mismo. La escritura viene siendo una rendición de cuentas, que es una buena sanación”.
El universo literario de Ramírez está inspirado —o ubicado— en Nicaragua, ejemplo de ello es su más reciente obra: “El caballo dorado”, una novela picaresca que da rienda suelta a la imaginación del novelista viajando desde la zona de los Cárpatos durante el imperio austrohúngaro hasta Managua en 1917, bajo la ocupación militar estadounidense.
El Premio Cervantes 2017 inicia ese libro con una cita de “El Quijote” para relatar “el viaje que hace el carrusel (y) la princesa (coja) desde los Cárpatos (...) hasta llegar a las costas de Nicaragua en un momento en que un dictador está siendo derrocado y el país está viviendo la ocupación militar de los Estados Unidos”.
“Esta es una novela acerca de las ilusiones perdidas y de los grandes sueños”, agrega.