18 de mayo 2024
El politólogo polaco-estadounidense Adam Przeworski ha destacado en diferentes oportunidades que una característica de los procesos de transición a la democracia es tanto la certeza en los procedimientos de decisión política como también la incertidumbre en sus resultados.
Certeza en los procedimientos, incertidumbre en los resultados: probablemente esta no sea una de las mejores definiciones para explicar las elecciones de gobernador que tuvieron lugar en Cuba el 4 de mayo pasado, dado que nos encontramos frente a un sistema electoral basado en la certidumbre tanto en los procedimientos de elección como en las consecuencias de la puesta en ejecución de la maquinaria electoral del estado: en definitiva, se ha tratado una vez más de una “elección sin sorpresas”.
En efecto, el Partido Comunista de Cuba-PCC, en tanto que columna central del régimen socialista en la isla, ha convocado un proceso electoral en el cual aquello que ha estado ausente es precisamente la participación ciudadana en las provincias de Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara y Santiago de Cuba. En un proceso electoral indirecto, los delegados de las Asambleas Municipales del Poder Popular en esas provincias han ratificado a los gobernadores provinciales a partir de una candidatura postulada por el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel. El cisne negro en Cuba son los padres.
Un informe de la organización no gubernamental Transparencia Electoral de reciente publicación, “Elecciones” de gobernadores en Cuba 2024, da cuenta en su resumen ejecutivo de una serie de irregularidades y expresiones propias de un sistema político en una crisis ya con carácter crónico:
● Como todos los procesos electorales (directos o indirectos) administrados por el Consejo Electoral Nacional (CEN), la autoridad electoral cubana, se reportaron irregularidades, improvisación y opacidad en su organización.
● Este proceso se ha convocado en el marco de un recambio de puestos políticos en el país, que se conoce típicamente como “movimiento de cuadros”. Funcionarios de varias esferas del Estado han sido removidos o relevados en los últimos meses.
● La realización de numerosas elecciones parciales a principios de año para cubrir las poco publicitadas pero persistentes vacantes en las Asambleas Municipales, electorado de esta votación, nos muestran una notable hemorragia de funcionarios políticos.
● Estos relevamientos dan cuenta de una crisis dentro del poder político cubano, a pesar del hermetismo con el que los relevos se suelen manejar para mantener la unidad y cohesión del régimen cubano frente a presiones externas.
● Más allá de todo, los ascensos de numerosos cargos institucionales a cargos dentro del Partido Comunista de Cuba, única formación política legal, dan cuenta de que el verdadero epicentro de poder es el partido, no los cargos estatales nominalmente electos.
● El hecho de que una entidad no electa, no auditada y con poder de “vanguardia social” ejerza ese nivel de coerción sobre las instituciones no es sino la demostración más básica de la incapacidad de los ciudadanos cubanos para influir en la toma de decisiones políticas en su propio país.
El politólogo alemán Dieter Nohlen nos recuerda que, en un sentido más general, las elecciones representan el método democrático de designar a los representantes. En un sentido más estricto, constituyen una técnica de designación de representantes, dado que las elecciones no son un procedimiento exclusivo de los regímenes democráticos. La oportunidad y libertad de elegir deben estar amparadas por la ley: cuando estas condiciones están dadas, se habla de elecciones competitivas; cuando se limitan de alguna manera, se trata de elecciones semicompetitivas, y cuando se niegan la oportunidad y libertad de elegir, estamos en presencia de elecciones no competitivas.
Ejemplos de elecciones competitivas son aquellas acontecidas en países con democracias surgidas durante las diferentes oleadas de democratización a partir de la segunda mitad del siglo diecinueve; los casos de Brasil durante el régimen militar entre 1964 y 1985 y Argentina en el período 1955-1973 son la representación de un tipo de elección semicompetitiva, y como expresión de elecciones no competitivas podemos mencionar a Venezuela durante el actual régimen de la V República, Nicaragua con la dinastía Ortega-Murillo y Cuba.
En resumen, estamos frente a un régimen político de “democracia ¿para el pueblo? sin el pueblo”.
Tal como ha planteado el politólogo y director ejecutivo de la ONG Transparencia Electoral, Leandro Querido, Cuba continúa al margen del mundo democrático.
*Artículo publicado originalmente en Latinoamérica21